Disculpen, no quiero arruinar la diversión

WASHINGTON.- ¡AH! ¡Disculpe! No deseo interrumpir la diversión del Congreso en su proceso de acusación y demás. Pero, bueno, la cuestión es que hay un pequeño problema que transcurre en el resto del mundo y tiene que ver con la economía.Ya ve, la primera economía verdaderamente global del mundo está pasando por su primera verdadera crisis global grave. Si se observa la quiebra del crédito internacional y la declinación del mercado, como se lo puede apreciar en los gráficos de la máquina Bloomberg, ambos se parecen a un electrocardiograma que muestra un ataque cardíaco masivo. Entonces, usted comprende, podríamos tener deseos de hablar al respecto. Eso sí, no todo el tiempo, por favor. En todo caso, entre el momento que va desde el proceso hasta que se conozcan las próximas grabaciones de Tripp. Como ya se lo manifesté, no quiero interrumpir.Pero, ¿nos hemos vuelto locos?Nos estamos dirigiendo no sólo a un crecimiento menor y, quizá, a una recesión. Consideremos como mínimo, un retraso y como máximo, un colapso en la progresión total hacia el libre mercado capitalista. Esa progresión ha beneficiado enormemente a los norteamericanos y a millones de personas de los mercados emergentes donde se invirtieron 350 mil millones de dólares en la década pasada.Es cierto que buena parte de esa inversión fue hecha sin un adecuado control de los riesgos, mientras bancos, fondos mutuales y particulares lograron rendimientos cada vez más altos, en cualquier lugar del mundo.Desgraciadamente, lo que sucede ahora es que esos mismos inversores están sacando su dinero en busca de riesgos cada vez menores, sin distinguir entre países “buenos o malos”, y colocando ese capital ya sea en bonos o bajo el colchón.El resultado es que hoy se limitan los créditos a todo el mundo, tanto a los malos bancos rusos como a las buenas fábricas brasileñas o a las promisorias compañías norteamericanas que recién se inician. Esto sólo puede conducir a la miseria y al desempleo. Como manifiesta el viceprsidente de Goldman Sachs International, Robert Hormats: “No hemos visto un repliegue de la liquidez tan grande en el Tercer Mundo desde que el Señor dividió las aguas del Mar Rojo para que pasaran los hijos de Israel”.Mientras tanto, el Congreso, liderado por los republicanos, la pasa muy bien demorando temerariamente el juicio al presidente, hasta Navidad, sin aclarar siquiera hasta qué Navidad.Esto no quiere decir que gracias a esta crisis financiera debamos ignorar la horrible conducta del presidente Clinton. Pero se debe decir que reconocemos que el contexto global que existía cuando por primera vez surgió este desliz, ha cambiado totalmente.Es posible que usted no lo sepa, porque mira CNN o MSNBC, con sus shows de 24 horas dedicados a esa suerte de entretenimiento- acusación. Pero la situación realmente ha cambiado y se ha convertido en una crisis mundial que requiere un gran liderazgo político en general, y de los Estados Unidos en particular. Por eso es el momento de considerar el consejo de Gerald Ford e intentar un convenio entre Clinton, Kenneth Starr y el Congreso, ahora.La semana pasada, en sólo dos días, el dólar cayó 20 puntos respecto del yen. Ese es el tipo de volatilidad que se espera del peso mexicano, pero nunca del dólar. Es como ver volar un gato. Cuando los mercados entran en pánico se exceden en su accionar y hay que presionarlos para que se reubiquen.Ahora es necesario que los Estados Unidos, Europa y Japón tomen medidas que restituyan la confianza, neutralicen la mentalidad negativa de los mercados y realimenten una verdadera demanda mundial.Eso requiere, entre otras cosas, un presidente norteamericano capaz de galvanizar el proceso, explicarlo y arremeter hacia adelante. También requiere una marcada caída en la tasa clave de interés por parte de la Reserva Federal, desde el nivel actual de 5,25 por ciento. Una caída paulatina no lo lograría. Además, es posible que se necesite recortar los impuestos, lo que afectará el superávit presupuestario. Sería importante, también, una baja en las tasas de interés germano-europeas. Y, seguramente, un blanqueo del colapso del sistema bancario japonés. Hoy, la verdadera amenaza sistémica a la economía global, es el riesgo continuo y en gran escala, de fracasos bancarios en Japón.Esto no es un prueba, amigos. Si la quiebra crediticia continúa, tendrá efectos terriblemente desestabilizadores. Porque, por un lado, se les dice a los países en desarrollo que reformen sus economías, que estabilicen sus bancos y que su sistema financiero se mantenga en sus estándares occidentales y, por otro, que esto tienen que hacerlo con mucho, pero mucho, menos capital que los países desarrollados, o con tasas de interés mucho más altas.Esa es, justamente, una fórmula que propicia explosiones políticas en todo el mundo.Pero, como ya les dije, no quería interrumpir…Thomas L. FriedmanThe New York TimesConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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