El encantador pueblo bonaerense que homenajea a Mama Antula, la santa argentina

escucharescucharMaría Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula y quien fue canonizada por el Papa Francisco el pasado domingo, nació en 1730 en Villa Silípica, pero su historia viaja a través del tiempo y llega a lugares de la Argentina bien alejados de esa localidad que hoy forma parte del territorio de Santiago del Estero. Por ejemplo, en Navarro, en la provincia de Buenos Aires.Mama Antula falleció hace más de 200 años, en 1799, pero sus milagros la mantienen presente y la acaban de elevar a la categoría de santa. Curó de un ACV a Claudio Perusini, quien junto a su esposa e hijos fueron parte de quienes llevaron las ofrendas en la ceremonia desarrollada en la basílica de San Pedro y que contó con la presencia del presidente Javier Milei. “Recémosle todos a María Antonia, Santa María Antonia de Paz de San José, para que nos ayude mucho”, pidió Francisco. Los homenajes se extienden. En Navarro, pueblo de la provincia de Buenos Aires, por caso, una escultura de madera recuerda a la santa a quien también se le atribuye la curación de una monja afectada por una inflamación de la vesícula biliar y de un hombre santafesino que había sufrido un accidente cerebrovascular.Se trata de un santuario dedicado a la memoria y culto de la hoy santa por su dedicación en favor de los más desprotegidos de su tiempo. Está en un extremo del pueblo, a orillas de la laguna de Navarro. Su reciente canonización convirtió a esta ciudad en un imán para peregrinos y devotos.Alejado del ritmo frenético de las grandes ciudades y libre de estrés, las casonas antiguas rodeadas por ambientes agrestes que forman postales en cada rincón son el denominador común de este lugar que lleva a Mama Antula como parte de su comunidad y que invita a visitar sus huellas. Un paseo por Las MarianasA solo media hora de la ciudad de Navarro, en el centro del partido homónimo, con casonas antiguas rodeadas por ambientes agrestes que forman postales perfectas para descansar y tomar fotos, está Las Marianas. Jardines de flores en cada rincón. Gastronomía criolla en almacenes de ramos generales. Paseos en bicicleta y caminatas. La tranquilidad lo caracteriza y es un lugar ideal para visitar.Los orígenes del pago se remontan a 1908 con el auge del ferrocarril y el desarrollo de la actividad agropecuaria. Tras el cierre del paso del tren, en 1993, comenzó a perder población.A mediados del siglo XXI, un grupo de jóvenes armó una cooperativa, recuperó la fábrica de quesos, generó fuentes de trabajo y una importante producción láctea. Así empezaba otra historia para Las Marianas.En una de sus visitas al lugar donde se crió, Andrés Camacci, ex delegado y vecino marianense, se encontró con dos viajeros que andaban de pueblo en pueblo: “Es una picardía el estado de abandono del restaurante y la estación”, le comentaron. A partir de allí, Andrés habló con su madre y le propuso reabrir el sitio que durante el siglo pasado fuera el hotel Colón y que luego sus abuelos transformaron en alojamiento y salón comedor.El restaurante Doña Irma, en Las MarianasFabian Marelli – LA NACIONDoña Irma es un hotel restaurante que no se aparta ni un centímetro la fisonomía del pueblo y lleva el nombre de su cocinera. “La persona que cocina es mi mamá Irma Angrigiani, con su sabiduría de 85 años. La comida es fresca y se prepara en el día. Somos especialistas en tallarines y ravioles. Abrimos sábados y domingos al mediodía con reserva previa”, detalló Camacci sobre Doña Irma.El entusiasmo lo llevó a sumar voluntades y con la ayuda de los chicos del barrio limpiaron y pintaron la estación ferroviaria. “Es la identidad de nuestra comunidad”, aseguró orgulloso.“Ahora tenemos más bares, como el Nuevo Recreo y La Medialuna”, anticipó. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Doña Irma (@saloncomedor_irma) En el restaurante, todo lo hace Irma, desde la entrada hasta el postre y con su cocina a leña. Cocina para 60 personas en un pueblo de 600 habitantes. Todos se conocen con todos. Durante la semana se dedica a visitar amigas, pasar tiempo en familia, charlar con proveedores y diferentes comerciantes del barrio. La vida de pueblo. También se toma su tiempo para descansar, claro, porque el fin de semana Doña Irma tiene que hacer su magia.LA NACIONTemasProvincia de Buenos AiresTurismoEscapadasConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de Provincia de Buenos Aires”El lugar ideal”. La bodega a una hora de Buenos Aires: cómo surgió y el particular fin que busca”Es insostenible”. El IOMA, en crisis: cirugías suspendidas, falta de medicamentos y un sinfín de reclamos de afiliadosSebastián Pareja. El jefe de senadores bonaerense de La Libertada Avanza pasa al gabinete nacional

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