Desde Miami. Deborah de Corral cuenta cómo es su vida de casada y al frente de un restaurante

escuchar>LA NACION>SábadoA los 48, la exmodelo comparte su presente como dueña de Tigre, recomendado por la Guía Michelin16 de diciembre de 2023Flavia FernándezPARA LA NACIONescucharEs como aquellos álbumes de figuritas que se usaban en los años 80, o como las muñecas icónicas que derrochaban oficios. Deborah modelo, rockera, cocinera, presentadora de televisión, tropical entre palmeras, versión jefa. Quieta, nunca.Deborah de Corral, la modelo de cara felina, la que hizo de todo (pasarelas, publicidades, programas de televisión, discos, conciertos y más), está instaladísima en Miami con su marido, el productor musical Gustavo Menéndez, y dirige un restaurante llamado Tigre, que fue recomendado por la Guía Michelin. A los 48, pasa sus días en Little River, donde crea y recibe a pura sonrisa, envuelta en una atmósfera que evoca a Tailandia aunque los tragos icónicos del lugar sean a base de batatas y membrillos.–¿Te impacta ver los mil caminos que te trajeron hasta acá? ¿Cuántas versiones tuyas hay?–Uno no se da cuenta, pero sí, soy eso que describís. Siempre voy descubriendo horizontes. Camino viendo quién soy y cuántas más habitan en mi interior. Pienso qué queda para hacer en esta vida, y la realidad es que siempre surge algo, porque esa es la maravilla de la experiencia humana. Si estás presente y consciente de vos, lo que va pasando nunca se agota. Yo tiendo a no planear demasiado. Por supuesto, decidí vivir en una sociedad ordenada y hacer todo lo que implica trabajar con otros. Ahora, al ser empresaria, dueña de un restaurante y llevar adelante una cocina, me tuve que disciplinar mucho más con el tema de los horarios, la agenda y etcéteras. Esa es la parte que más me hincha, la que menos me divierte. Pero me encanta el trabajo mental y físico. Puedo laburar hasta quemarme el cerebro, o que me duelan las piernas. Soy muy compleja, pero muy abierta.–¿Por qué Tigre?–Por mi barrio. Soy de ahí, nací en Victoria y además es mi cuadro de fútbol. Es gracioso porque con mis socios estuvimos meses buscándole nombre al lugar. Y digo eso porque en realidad era obvio que debía llamarse así. Apenas vi la propiedad, con el río adelante, me vino Tigre como lugar. Pero tardamos en darnos cuenta. Además es divino por el animal, que tiene tanta fuerza, me encanta.”Me tuve que disciplinar mucho más con el tema de los horarios, la agenda y etcéteras. Esa es la parte que menos me divierte”, dice DeborahClaudia Cebrián–¿Qué tiene el lugar, que conmueve a tantos?–Supongo que el sabor de lo familiar, el old school argentino con un toque de modernidad. También le dimos mucha importancia a la estética. Lo logramos junto a Eduardo Suárez, que hizo pura magia. Y el servicio. Es un bistró de barrio copado, atendido por sus propios dueños. Acá no existe eso del todo así nomás. Nos diferenciamos de la media; por eso figuramos en la Guía Michelin, cosa que nos puso tan contentos.En su restaurante Tigre, que se encuentra en la zona de Little River, Miami–Siempre se te ve impecable. ¿Cómo te cuidás?–La verdad es que no hago mucho. Si me muevo, es porque soy un poquito vanidosa y me gusta verme bien. Tengo una rutina de gimnasia dos o tres veces por semana. Pilates, pesas, yoga… Medito y me cuido hasta ahí con lo que como. Cirugías, nada. Veo horrores estéticos y me da miedo. No niego que alguna vez me tiento y pienso qué pasaría si me tocara un poquito esto o aquello. Pero después miro algunos ejemplos y digo mejor no. De todas formas siempre está el maybe. Puede llegar algún día la debilidad, y bueno. Pero lo dudo muchísimo. He tomado un camino distinto, en el que me importa un bledo lo que veas, lo que te parezca, lo que pienses.–Digamos que no te obsesiona el paso del tiempo.–Los años no vienen solos, para bien y para mal. El calendario no me importa ni me deja de importar. Es una simple realidad, un hecho, la vida, el devenir. Así que no problem. De hecho hoy me siento mejor a nivel energía y emocionalmente. Estoy menos confundida que en otras épocas de mi vida.Deborah no reniega de su época de modeloGentileza–Hace tiempo dijiste que por suerte dejaste el modelaje antes de que él te deje a vos. ¿Qué recuerdos tenés de esos tiempos?–La verdad es que no recuerdo haber dicho eso, pero suena totalmente lógico. Yo lo dejé porque no me daba la suficiente estimulación mental que necesito. Me aburrió rápidamente. ¿Recuerdos? Tengo mucho agradecimiento. Fue un camino hacia grandes oportunidades, un abridor de puertas para lo que hice después. Trabajar de modelo tan chica fue un privilegio porque me permitió hacer plata y me empujó hacia otros mundos. En ese sentido, gran fortuna la mía.Una tapa de Gente de 1992. “Trabajar de modelo tan chica fue un privilegio porque me permitió hacer plata y me empujó hacia otros mundos”Archivo DiFilm–¿Tu madre te señaló como chica tradicional cuando decidiste casarte?–Sí, es cierto, pero obviamente fue una broma. Nosotras nos divertimos con eso porque ella me dio una crianza no tradicional y yo siempre hice una vida muy por ese lado. En mi casa nadie se casó: ni ella ni sus hermanas. Algo tan normal como casarse resulta sarcástico en mi familia. Somos un poco raros. Pero ahora me acostumbré a que me digan señora. Ya tengo casi 50 años, acá hay dos generaciones que me llaman así. Los empleados de 19 años me dicen ‘chef’ o ‘señora’. Reconozco que al principio me hinchó bastante, pero bueno, soy señora a mucha honra [risas].Con su marido, el productor musical Gustavo Menéndez Ig / @deborahdecorral–¿Cómo es la tribu de argentinos en Miami?–Es muy lindo Miami para nosotros, los argentos. Primero porque hay una comunidad muy grande. Entonces, si te ponés nostálgico, sabés que vas al súper y comprás tu galletita favorita, el dulce de leche de la marca que quieras, los alfajores. Hay un montón de gente de todos los rubros, personajes que no veía desde hacía mil años que ahora viven acá. Con algunos he retomado la amistad. Nos apoyamos, nos tiramos data. Acá no sos ciudadano de segunda sino todo lo contrario, somos los jefes [risas]. Literalmente es así.En sus comienzos, con Carolina Peleritti, Pancho Dotto y Carola del Biancogentileza–¿La Argentina volverá a brillar alguna vez?–Siento que el país, hermoso, es como un paciente que necesita estabilizarse. Creo que hay buen material. Somos emocionales, tenemos esa cosa que nos hace tan cálidos, impulsivos, combativos. Pienso que somos material fértil para que los políticos nos manipulen, por eso después pasan las cosas que pasan. Como dijo Charly: “Cada cual tiene un trip en el bocho, difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”. Hay que sanear el odio social, pero confío. Veremos qué pasa.–¿Qué es hoy lo cool? En Miami siguen usando mucho ese término.–Lo cool es no tratar de ser cool. O sea, ser auténtico, no intentar aparentar lo que uno no es. Ni copiar corrientes, ídolos. Todo esto, en un sentido estético. Después, en lo humano, ser cool es ser buena gente.–Alguna vez te definiste como lobo estepario. ¿En qué animal te convirtió el amor?–Y, sigo siendo el mismo animal pero un poco más tranqui por la edad, y con pareja. Un lobo es un lobo siempre.–¿Planes a futuro, algún sueño loco?–Por ahora estoy muy ocupada con lo que tengo y sueños locos no me quedan más, prácticamente los cumplí a todos. Pero bueno, cualquier cosita chiflo [risas]. Tengo mucha tela para cortar en lo que estoy haciendo, aunque nunca se sabe.Flavia FernándezConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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