Orquesta Filarmónica de Buenos AiresCon la conducción de la directora de orquesta invitada, Valentina Peleggi, y como solista el concertino Pablo Saraví, dentro del abono de conciertos, la Filarmónica de Buenos Aires se presentó el 4 de noviembre pasado en el Teatro Colón con el siguiente programa:- en la primera parte las siguientes obras de Nikolai Rimsky-Korsakov (18944-1908), del Scheherezade, Op 35, I El mar y el barco de Simbad (largo e maestoso), II La historia del príncipe Kalendar (Lengo-Andantino-Allegro molto-con moto) III El joven príncipe y la joven princesa (Andantino quasi allegretto-Pochisimo piu moso-Come prima-Pochissimo piu animato) y el Festival en Bagdad. El mar. El barco se estrella contra un acantilado coronado por un guerrero de bronce (Allegro molto-Vivo-Allegro non troppo maestoso).Valentina Peleggi fue la primera mujer italiana que ingresó en el progama de dirección de la Real Academia de Música de Londres, donde se graduó con honores. Obtuvo la medalla en Dirección con honores del Conservatorio de Santa Cecilia en Roma y en 2013 recibió el máximo galardón de la Accademia ChigianaPablo Saraví, concertino de la orquesta y solista, es violinista y violista, discípulo de Miguel Puebla, Symsia bajour, Alberto Lypsy y Yehudi Mernuhin. Ganó el 1° premio en todos los concursos argentinos en su especialidad. Obtuvo 13 premios Konex, la mayoría como líder de grupos sinfónicos o de cámara y dos de ellos de manera personal (2009 Konex Platino). Fue concertino adjunto y director asistente de la Camerata Bariloche. Es miembro fundador y Primer violín de la legendaria World Orchestra for Peace (directores Georg Solti y Valery Gergiev entre otros). Fundó el Cuarteto Petrus (2009) con el que ha ganado premios nacionales e internacionales. Autor del libro Lutheria italiana en la Argentina, entre otros.La belleza de la orquestación y la manera descriptiva del Scheherezad de Nikolai Rimsky-Korsakov, recoge las ideas volcadas por el autor en otro trabajo de su musa, unos meses antes (Fantasias de conciertos sobre temas rusos). Los melismas (que significa sobre una o más notas ligadas repetirlas) para violín y ciertos arpegios, sumado a la cuidadosa orquestación, coloca a la obra tal vez en una de las mejores del período.La habilidad y técnica del concertino Saraví, en su labor como solista, hizo notar esas casi imperceptibles pero audibles prolongaciones (melismas), otorgando un valor agregado. Una suerte de exquisitez que los grandes violinistas pueden hacer, con la venia y el estímulo de la batuta, como fue del caso.Lo oriental en la música rusa estaba muy presente (Tchaikovsky, Vorodin) y Rimski Korsakov, que fue oficial de la marina y con sus viajes y conocimientos de oriente plasmó de una manera especial las notas en el pentagrama, en el marco de los cuentos de Las Mil y Una Noches.En la segunda parte, colaboraron como solistas los violoncellos de Mario Brunello y Giovanni Sollima, interpretándose de este último Antidotum Tarantudae XXI, I Moderato asai, II Allegro, III Moderato asai basado en Nicola Vicentino IV Allegro, basado en Kircher y V Moderato asai (Variazioni).Digamos pues que Giovanni Sollima es hoy el compositor italiano más representado en el mundo, violoncellista de renombre internacional, colabora con artistas como Viktoria Bullova, M Brunello, Riccardo Muti y Yo Yo Ma. Actuó en algunas de las salas más importantes del mundo. Toca un violoncello de Francesco Ruggeri (Cremona, 1679).Y su compañero, Mario Brunello, es director de orquesta, músico, recientemente pionero de los nuevos sonidos con su violonchello piccolo y fue el primer europeo en ganar el Concurso Tchaikovsky de Moscú (1986). Colaboró con directores como Zubin Metha, Antonio Papano, Riccrdo Muti y Claudio Abado. Su repertorio abarca desde la música antigua hasta la contemporánea.Sollima, oriundo de Sicilia, compuso una obra verdaderamente caleidoscópica, nutrida de música antigua y también con influencias orientales. Tengamos en cuenta que Sicilia recibió influencia Otomana. Pero no es eso todo, hay episodios más humorísticos, en los que recrea la música de circo, el jazz, y hasta la música folk de EEUU, por caso, los violines tocando con cuerdas al aire. La última parte lucen los violoncelistas en el uso de sonidos poco frecuentes.Imagen de archivo de una presentación de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires Ambos solistas descollaron en todos los pasajes de la obra y por cierto en el cierre con las novedades propuestas por el autor. Fue un lujo no tan frecuente, escuchar al propio compositor interpretar su obra sumado a la gran habilidad en el manejo del violoncello y acompañado de otro virtuoso del instrumento como es Brunello. Por otra parte, el dúo mostró su lado histriónico con simpatía y buen humor.El encore fue Rapsodia Bohemia, de Fredie Mercury, en las manos de ambos violonchelistas. La épica canción de rock que comienza con la voz que dice Is this the real life ..?? (1975). Once hojas de partitura, 6 minutos de duración, tema fantasioso cargado de simbolismos que hizo que en 2004, fuera incluida en el Salón de la Fama de los Grammy. La interpretación de la icónica obra fue una renovada muestra de virtuosismo y versatilidad de ambos. Lograron hacer visible las imágenes que forman parte del video lanzado por el grupo Queen en su turno. El público lo celebró vivamente.Por fin, el clásico de Ottorino Respighi, Los Pinos de Roma I Los Pinos de Villa Borghese II Los pinos cerca de una catacumba III Los pinos del Gianicolo y IV Los pinos de la Via Appia. En esta obra el autor realiza un viaje imaginando escenas de la historia romana con los clásicos pinos de la ciudad eterna… niños jugando una manana en los jardines de la Via Borghese, la entrada a las catacumbas (con sonidos litúrgicos), los pinos de la Via Appia, que evocan la marcha de legionarios hacia el monte Capitolio…La obra es un bellísimo trabajo de Respighi, lleno de matices. Como lo prevé la partitura, la trompeta debe sonar enfrentada a la orquesta, fuera de la cámara acústica y eso fue cumplido por Valentina haciendo colocar en un palco alto al trompetista (de espaldas al público, claro), y dirigió con su mano derecha a la orquesta y con la izquierda a la trompeta. Ese sonido épico de la trompeta puso el color para la parte necesaria de la historia romana que Respighi ideó.Por fin, desde el podio Valentina Peleggi mostró un gran manejo de la técnica, con ajustados movimientos, perfecto conocimiento de la obra y de lo que ella pretendía transmitir. La orquesta, como suele hacerlo, mostró también su destreza en análisis de la obra, habilidad y precisión en los instrumentos.En síntesis, un excelente concierto y con muy acertada selección de obras.
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