Crónica de un país con una devaluación diaria y un dólar a la medida de quien se acerque a pedir

escucharescucharHace algunos años, en épocas en que los números de la economía estaban en manos de Cristina Kirchner y su ladero, Guillermo Moreno, en la Argentina no se podía contestar una simple pregunta: “¿A cuánto llega la inflación anual?” Ese interrogante, tan básico como inquisitorio, era un inefable para la Casa Rosada de entonces.Pasó el tiempo y aunque la respuesta sea una catástrofe económica con números de tres cifras, ahora es posible ser asertivo con el índice de precios. Sin embargo, en 2022, hay otro interrogante que no se puede contestar de un tirón: “¿Cuánto sale el dólar?”Alguna vez, en 2013, el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, pactó una entrevista con la televisión griega. La periodista le preguntó por la inflación y el ministro cortó el encuentro: “Me quiero ir”, dijo, e inmortalizó una frase. Contestar esa simpleza significaba quedarse sin trabajo ni bien su jefa política escuchara o leyera sus declaraciones.El actual titular del Palacio de Hacienda, Sergio Massa, es de otra madera. Es posible que no se escape de una entrevista ante ninguna pregunta, ya que construyó gran parte de su carrera con su labia -como se dice en lunfardo- tan filosa como versátil, capaz de afirmar que hay que comprar protector solar en medio del diluvio. Seguramente no se iría ante esa pregunta. Pero claro, hay tantas cantidades de dólar que la respuesta podría llevar casi toda la entrevista.Guillermo Moreno, Hernán Lorenzino, Axel Kicillof y la entonces presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, en junio de 2013ArchivoLa Argentina de este tiempo tiene un tipo de cambio según cada necesidad, a tal punto que nadie puede responder de un tirón cuál es la cotización de la moneda estadounidense.Pero, además, quizá como gran innovación política y económica de los últimos años, hay una devaluación diaria que pasa desapercibida para la gran mayoría de los ciudadanos. No hace tanto, las devaluaciones provocaban temblores, corridas y ese característico miedo bursátil, tan conocido por los argentinos. Pero ahora, todo ha cambiado, como si una anestesia “antidevaluatoria” hubiese sido inoculada a los actores económicos.Los precios de los alimentos, uno de los rubros que más suben en épocas de inflación al ritmo de 100%Fabian MarelliVale la pena poner números. Massa asumió a principios de agosto. Entonces el dólar oficial minorista, uno de los tantos, tenía un valor de $138,90. Aunque escaso e inexistente para casi todos, era el precio de la principal referencia cambiaria que toma el Banco Central. Desde ese momento, la gestión del actual ministro de Economía la llevó a $164,26. Dicho de otro modo, en tres meses el tipo de cambio avanzó 18%.De esta manera, y tal como lo marcó en LA NACION el periodista Javier Blanco, el BCRA convalidó en octubre la mayor tasa mensual de depreciación del peso desde que gobierna Alberto Fernández: lo deslizó 6,51% en relación con el dólar estadounidense. Ese salto se convirtió en la devaluación más elevada desde agosto de 2019, cuando la administración de Mauricio Macri se viera forzada a establecer una política de administración del tipo de cambio (que había dejado flotar hasta entonces) después de perder por amplio margen las elecciones primarias. Luego, aquel dólar que pasó de 40 a 60 pesos en 48 horas, se mantuvo varios meses al mismo valor.Si este cuarto mandato kirchnerista mantiene el actual ritmo mensual, es posible que a fin de año este dólar esté muy cerca de los 180 pesos. De ser así (todos los pronósticos indican que lo será), el segundo semestre terminará con una devaluación de 35%. Así de simple; sin despeinarse.Ahora bien, ese dólar oficial es sólo uno de los tantos. Justamente esta es otra de las innovaciones del último tiempo. Es posible que si alguien instalara un rogatorio empresario escucharía un rosario de quejas por cada hombre de negocios que pase por el lugar. Todos tienen sus razones, más o menos atendibles, que debieran ser solucionadas.Como dice Jorge Bustamante en su libro La Argentina corporativa, increíblemente escrito en 1988, pero absolutamente vigente: ”Es válido entonces preguntarse por qué la Argentina ha adoptado con tanto entusiasmo las reglas del juego del atraso. El sistema económico es hoy el resultado, entre otros factores, de una larga historia de presiones sectoriales regularmente acogidas por un Estado habituado a contar con recursos extraordinarios para sufragarlas. El frondoso reglamentarismo surgió como forma inorgánica de canalizar dichas presiones obteniéndose resultados globalmente no deseados, plagados de contradicciones y neutralizaciones recíprocas”. Quien logra hablar al oído al regulador está a las puertas de una gran ventaja y, por qué no, de una enorme ganancia proyectada.Esas presiones que históricamente iban por algún beneficio sectorial hoy mayoritariamente pelean por un tipo de cambio diferenciado. Pero algo ha cambiado. Ya no hay dinero extraordinario en el Fisco para cancelar la cuenta con los beneficiados, entonces, se sociabiliza. Un tipo de cambio diferencial para algunos es mayor emisión monetaria. Pasó con el mes de promoción que tuvo el campo con el extinto dólar soja. Y como está escrito en la gran mayoría de los libros de economía de la historia, mayor emisión termina en inflación.La otra opción que encontró el Gobierno para manejar los pedidos de tipo de cambio diferencial es la colocación de impuestos, tasas o adelantos de tributos para llevar el valor de la moneda a un lugar discrecional pactado con el sector. Esa sedimentación de conceptos encarece el precio final de las cosas. Nuevamente, más inflación.Semejante secuencia sería un escándalo económico sino fuese por la resignación argentina del último tiempo que se acostumbró a convivir con devaluaciones diarias, con tipos de cambio según la cara del cliente [o el poder de lobby] y con una inflación que corre al 100% anual.Sólo un combo perfecto compuesto por el peronismo el poder; la lengua filosa y versátil del ministro de Economía; una oposición entretenida en romperse la cara unos a otros y un sindicalismo que parece haber archivado las combativas camperas de cuero por inofensivas remeras sin manga de adolescente despreocupados han logrado que todo pase, y que pocos reparen en la profundidad de la crisis.Diego CabotTemasDólaresDólar sojaSergio MassaComunidad de NegociosConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de DólaresMinuto a minuto. ¿A cuánto cotizan el dólar oficial y el blue?Lo que hay que saber. Dólar para turistas: cómo funciona el pago con tarjetas al valor del dólar MEPMinuto a minuto. ¿A cuánto cotizan el dólar oficial y el blue?

Fuente