Horacio Rodríguez LarretaLa guerra abierta, y por momentos sin cuartel, que ha venido escalando al interior del oficialismo tiene una fecha cierta para el cese de las hostilidades. Es que más allá de las especulaciones en torno a los posibles escenarios futuros en que podría derivar el enfrentamiento, que van desde una potencial ruptura a corto plazo hasta una unidad formal por mero instinto de supervivencia, hay un final inevitable cuyos contornos ya se recortan en el horizonte: las elecciones de 2023.Aunque en un país inmerso en una profunda crisis signada por la extrema fragilidad de la situación política, económica y social, hablar públicamente del proceso electoral del año próximo no sea lo más recomendable frente al clima negativo que envuelve al conjunto de la dirigencia política, lo cierto es que los principales espacios y actores ya han comenzado a analizar alternativas, proyectar escenarios posibles, organizar equipos, trazar el mapa de aliados y adversarios y, en definitiva, delinear las primeras estrategias para posicionarse competitivamente en el contexto preelectoral. Un contexto en el que no sólo prima la incertidumbre y la inestabilidad, sino en el que también se filtra un inocultable tufillo a fin de ciclo y una -para muchos- preocupante sensación de que en un clima de este tipo todo es posible, incluso algunos escenarios que puedan parecer a priori disparatados.Mientras en el oficialismo desde el propio entorno de Alberto Fernández se había reconocido la voluntad reeleccionista de un presidente que, a esta altura de las circunstancias, parece depender de los resultados de una gestión que enfrenta múltiples obstáculos y titánicos desafíos, en las filas del kirchnerismo hay quienes se entusiasman con una posible candidatura de la propia vicepresidenta. Ambas alternativas, por cierto, parecen hoy poco probables. Mientras tanto varios actores, entre los que se destaca el presidente de la Cámara de Diputados y referente del Frente Renovador Sergio Massa, exploran ya sus posibilidades y tratan de que el enfrentamiento del binomio presidencial no los arrastren y los desperfilen políticamente.Si en el Frente de Todos los movimientos preelectorales ya son evidentes, en las filas del principal espacio opositor la actividad es aún mucho más intensa. Es que el diagnóstico sobre la situación del país y la fragmentación del oficialismo hace que muchos vean como una hipótesis cada vez más probable el triunfo electoral en 2023, y la virtual cercanía al poder actúa como un polo de atracción que precipita decisiones, anticipa jugadas, y exalta los ánimos en una disputa por el liderazgo que todavía está muy lejos de saldarse.En este contexto, la candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta que, hasta las legislativas del año pasado, parecía imponerse casi naturalmente, hoy encuentra rivales y obstáculos tanto dentro del PRO como de su principal aliado, la UCR. Es más, la mayoría de las encuestas vienen registrando una sostenida caída en su imagen, algo que muchos analistas atribuyen a su falta de definición en relación a su perfil opositor.La moderación, la templanza y la voluntad de diálogo y cooperación que exhibió desde el inicio de la pandemia parecen hoy cobrarle un alto precio. Tras los desplantes del gobierno nacional en relación a la gestión de la política sanitaria en el segundo tramo de la pandemia, la quita de un importante porcentaje de los fondos de la coparticipación y la transferencia de los millonarios subsidios al transporte automotor de pasajeros, los “halcones” del PRO, que siempre vieron con recelo cualquier acercamiento al oficialismo, salieron fortalecidos en su estrategia de enfrentamiento frontal a kirchnerismo.El crecimiento de Patricia Bullrich se explica precisamente por las mismas razones que la caída en las encuestas del jefe de gobierno porteño. Cómodamente instalada como representante del ala más dura del espacio siente que la coyuntura electoral -crisis, fragmentación en el oficialismo, descontento creciente, desperfilamiento del alcalde porteño, etc.- favorece sus chances, y por eso apura sus movimientos: a la vez que coquetea con los libertarios de Milei, ya realiza giras internacionales para mostrarse como presidenciable, y consolida su vínculo no sólo con el ex presidente Macri sino también con otros actores relevantes para los futuros armados electorales, como Emilio Monzó.Por si fuera poco, los radicales también están envalentonados. Las críticas al PRO del gobernador jujeño y presidente del Comité Nacional del centenario partido se multiplican y anticipan un rol más protagónico del radicalismo en el armado electoral. Además, la UCR cuenta hoy con Martín Lousteau y Facundo Manes, dos figuras con proyección en CABA y provincia de Buenos Aires.El repliegue hacia la gestión después de las legislativas, la demora en activar un armado electoral de alcance nacional y hasta su falta de intervención para ordenar el anárquico tablero bonaerense que, pese al triunfo de Santilli en las legislativas, tiene varios protagonistas que disputan una potencial candidatura a gobernador, son también otros reproches que habitualmente recibe de su “círculo rojo”.Esta semana, la centralidad que adquirieron en la agenda política y mediática los cortes y piquetes de organizaciones sociales en el centro porteño le ofreció una oportunidad para ensayar un endurecimiento en la búsqueda de un posicionamiento más marcadamente opositor. Además, con un tema en el que sabe que puede pisar con seguridad en relación a su base electoral, que rechaza masivamente estas protestas. Si bien en lo discursivo el giro fue evidente, no hubo cambios en el modo de actuar en relación al manejo de las fuerzas de seguridad. El balance de la disputa para el jefe de gobierno porteño no parece haber arrojado saldo positivo.Así las cosas, Rodríguez Larreta aparece tensionado tanto por derecha como por izquierda. Ya a esta altura está más que claro que sus principales desafíos -y rivales- estarán dentro de su propio espacio, y que un posicionamiento más nítido es tan necesario como inminente. Aunque en un escenario tan volátil y cambiante ello implique una apuesta de riesgo para un dirigente que hizo culto de la moderación y la prudencia, será una decisión crucial si aspira a no horadar aún más ese posicionamiento privilegiado que otrora supo ostentar.La estrategia de acumular el capital político suficiente para erigirse en el candidato presidencial de Juntos por el Cambio a partir de su rol como gestor parece mostrar ya signos evidentes de agotamiento. La encrucijada está planteada: o sigue confiando en su propio timing a riesgo de que los acontecimientos se aceleren, o adopta un posicionamiento más proactivo en la escena nacional.Si elige esto último deberá necesariamente salir de su “zona de confort”, lo que implicará no sólo compatibilizar el endurecimiento de su discurso con el mantenimiento de una gestión ordenada y activa en la Ciudad, sino la definición de los lineamientos de su proyecto presidencial, incluyendo el abordaje de temas sensibles como la política antiinflacionaria, y las posibles reformas fiscales, laborales y previsionales que un sector del establishment económico reclama. En definitiva, implicará darle forma a un proyecto propio, que se presente ya no sólo como superador de la actual gestión sino también de la de Macri, y que comience a movilizar a un sector de la economía en torno a las expectativas que ello pudiese generar.SEGUIR LEYENDO:Horacio Rodríguez Larreta: “No jodamos más con esa boludez de halcones y palomas, vamos a ganar la elección en 2023″Ucrania publicó un estremecedor archivo en línea para documentar los crímenes de guerra de Putin: “No podrá ocultar la verdad”
Related Posts
Milei, al Cielo rogando y con los K negociando
December 2, 2024
Mucho más que un partido
December 1, 2024