Nicolás Cabré: qué siente cuando Rufina se va de viaje con la China Suárez y el particular lugar en que conecta con su papá

Debajo del escenario, Nicolás Cabré no tiene máscaras. Y en las entrevistas, tampoco. Puede cerrarse y responder tajante si se siente atacado o abrir su corazón si la charla resulta amigable. Este sábado, el actor se prestó a una conversación en la que abordó el tema de la paternidad, dio detalles de su relación con su hija Rufina y reveló que extraña todos los días a su papá.El actor se presenta todas las noches, junto a Mercedes Funes y Carlos Portaluppi con la obra Me duele una mujer, y aseguró que está feliz de compartir con ellos el escenario. “Muchas cosas se aprenden con el tiempo, y yo entendí que para funcionar mejor tengo que trabajar en un lugar al que vaya contento. Ese es el círculo que se cierra todas las noches. Arranco el día llevando a Rufina [su hija, fruto de su relación con la China Suárez] al colegio, acompañándola en sus cosas… Estar tranquilo, poder correr, tener vida… Si hay algo que nos enseñó esta pandemia es que nadie tiene la vida asegurada. Por eso, quiero estar en los momentos en los que quiero estar, y eso es lo que me hace feliz. Poder vivir todas esas cosas con tranquilidad, y llegar a la noche al teatro sonriendo, es en gran parte por cómo arranca el día”, le contó a Catalina Dlugi, en el programa radial Agarrate Catalina.Rufina tiene ocho años, casi la edad en la que el actor comenzó a trabajar. Sin embargo, a diferencia de él y de su mamá, la pequeña no tiene en sus planes inmediatos seguir los pasos de sus padres. “Disfruta de los actos del colegio, pero no es algo que exprese, todavía. Si ocurre, yo la apoyaré en todo lo que quiera y trataré de darle las mejores herramientas posibles”, indicó el actor.En otras ocasiones, en las que Cabré compartió escenario con otras figuras que también tenían hijos pequeños, los chicos contaban con un camarín propio para esperar a sus papás y divertirse. Pero esta vez, Rufina no tuvo esa suerte. “Esta vez no hay más chicos, así que no hay para repartir. Pero cuando me preguntan si quiero un camarín u otro, siempre elijo pensando cuál le conviene a ella. ¡Yo no me peino, no me maquillo! Desde que empieza la obra hasta que termina, el camarín es de Rufi”, contó.La entrañable relación que mantiene con su hija en un punto le hace acordar a la que tuvo con su padre, Norberto. “En esta misma sala en la que nos presentamos, hice la primera obra de texto [Algo en común, junto con Ricardo Darín y Ana María Picchio]. Yo no me acordaba, pero cuando me subí al escenario, lo recordé. Por eso es especial. Me trae muchos recuerdos. Hay un rinconcito en la platea que para mí es muy especial y de vez en cuando le echo una mirada. Siempre le dedico las funciones, en esta obra y en las anteriores al que fue y será mi fan número uno: mi papá”, reveló. Y agregó: “Si bien yo sé que siempre está, y me acuerdo de él y lo extraño todos los días, esta sala tiene ese rinconcito especial que no se lo tuve que inventar”.“Siempre lo digo y no me canso de repetirlo: yo quiero ser como padre el 2 por ciento de lo que fue él conmigo. Ya lo dirá Rufi el día de mañana… Yo trato de aprender y de equivocarme lo menos posible. Trato de estar, de acompañar, de escuchar, de amoldarme”, indicó Cabré.Dlugi, entonces, recordó la anécdota que el actor contó en Los Mammones: que su padre, que era taxista, daba vueltas con su coche cerca de América TV con la ilusión de que ciertos periodistas que hablaban mal sobre su hijo subieran a su coche y poder así decirles lo que pensaba. “Mi papá sufría mucho, obviamente. Yo le decía: ‘Listo, ya está’. A lo mejor yo entendía el juego y él tenía que acomodarse. No quiero ni pensar qué pasaría si yo el día de mañana estoy en su lugar”, explicó el actor.Con respecto al universo de su hija, Cabré reconoció que le cuesta seguirle el ritmo: “A los chicos de hoy hay que seguirlos… ¡Vuelan! No es el mismo universo de mi infancia, el que yo recordaba. Igual, Rufi es súper compañera. Más allá de la actuación, yo disfruto poder mostrarle que hay millones de otras cosas que se pueden hacer. El universo de los chicos es muy cambiante, muy rápido. Trato de no caerme de esa ola que va a una velocidad estrepitosa. Es un trabajo de todos los días. Tenemos que complementarnos (con la China) porque hay cosas que no entendés y preguntás. Es vertiginoso. Es la historia de cualquier padre”.En el último tiempo, la China encaró distintos proyectos que la llevaron a instalarse por unos meses en España y luego en el norte del país. La hija de ambos, al igual que los hijos que la actriz tuvo con Benjamín Vicuña, viajaron junto a ella. Lejos de suponer un inconveniente, a Cabré esa situación lo hace feliz: “No sufro cuando viaja con la mamá. Yo disfruto que tenga la posibilidad de viajar, de conocer lugares. Me da mucha alegría. Obviamente, la extraño y hablo todos los días, pero no soy un trapo de piso. Me parece que tiene que si tiene la posibilidad de disfrutar y divertirse en otros lugares, a mí me explota el alma de alegría de solo pensar lo que está haciendo”.“Con la China tenemos una muy buena relación. A mí me da mucha alegría que se disfruten. Y cuando viajan y está con su abuela, a mí me da felicidad. Básicamente, lo que yo quiero y sueño para Rufi es que se ría”, finalizó.LA NACIONTemasNicolás Cabré+infoConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de Personajes¿Inexplicable? 5 estrellas que dejaron un trabajo en pleno éxito y no hubo forma de que cambiaran de opiniónCine. De Annie Hall a Medianoche en París: nueve películas de Woody Allen en streamingEntrevista. 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