Milei y Cristina, del ring a la pista de baile

El cambio de escenario (y vestuario) en el que se muestran Javier Milei y Cristina Kirchner acaba de abrir un agujero negro de incógnitas e incomodidades fuera de los núcleos duros de mileístas y cristinistas. Haber pasado del ring a una pista de baile donde los dos protagonistas se alejan y se acercan (o simulan hacerlo) tiene y tendrá consecuencias.Peronistas no cristinistas y macristas encabezan el pelotón de los desacomodados por esa compleja y nunca lineal relación, en la que los temas compartidos y los asuntos controversiales imprimen los sucesivos cambios de ritmos de esa danza. Sin encontrar un lugar donde pararse, los afectados empiezan a advertir que la realidad los lleva a un destino de enfrentamiento o de irrelevancia y sumisión, que preferirían evitar pero al que le ven pocas posibilidades de eludir.“Anteayer (elexpresidente uruguayo) Pepe Mujica se convirtió en el héroe de la hora del no cristinismo. Desató una cadena de oración para que Cristina escuche lo que dijo y actúe en consecuencia”, relata con ironía un referente del peronismo bonaerense para graficar el estado de ánimo que impera por estas horas en el universo que se referencia en el gobernador Axel Kicillof y en los intendentes anticristinistas y anticamporistas del peronismo bonaerense . “Ahí está la vieja (Cristina) Kirchner en la Argentina, al frente del peronismo. En lugar de ponerse de vieja consejera y dejar nuevas generaciones, no, está jodiendo ahí. ¡Cómo les cuesta largar el pastel!”, fue la celebrada frase del veterano dirigente oriental, en una entrevista en la que con su habitual llaneza se refirió de manera crítica a varios líderes del progresismo regional. Allí la expresidenta y es exvicepresidenta argentina se llevó la peor parte, solo superada por el autócrata venezolano Nicolás Maduro.Las alarmas y las conversaciones sobre el futuro más o menos inmediato se habían activado en el universo nocristinista luego de la sucesión de gestos que en las últimas semanas compartieron el oficialismo y el cristinismo y alcanzó el clímax con la crucial ausencia de ocho diputados libertarios para hacer caer el tratamiento del proyecto de ficha limpia, que amenaza tener por principal afectada a la condenada exprimera mandataria.En ese plano se destacó la presunta intención compartida de dejar en pie una posible postulación de Cristina Kirchner o, al menos, de no anticipar la imposibilidad de una candidatura suya. Al mismo, se emitían otras señales, como fue el decisivo voto de la senadora cristinista catamarqueña Lucía Corpacci en la comisión de acuerdos para que pueda avanzar el pliego del megacuestionado juez federal Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema. La probabilidad de que esa danza de dos termine en un voto coincidente para eliminar o suspender las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) es otro de los motivos de alta preocupación en el peronismo bonaerense no cristinista y, también, en el macrismo.“Si eso avanza será un problemón, porque nadie va a querer poner la cara para defender las PASO, que a la mayoría de la gente no le importan o, peor, las ve como un gasto y una incomodidad, pero también nos quita la posibilidad de discutir con el crisitinismo el armado de las listas con algún elemento de presión sin tener que ir por afuera para dar pelea”, dice una fuente del peronismo bonaerense al tanto de las conversaciones kicillofistas e intendentes anticamporistas.“Aunque Axel [Kicillof] no quiere enfrentar a Cristina lo están llevando a un callejón sin salida. El ninguneo al que lo someten los exjóvenes y alguna gente grande que no quiere que nadie crezca ya se parece a un capricho infantil. Parece como si prefieran preservar a La Cámpora a costa del peronismo, al que siguen achicándolo y corvirtiéndolo en una Unidad Ciudadana gastada”, dice un aliado del gobernador.La situación es tan complicada y tirante que en el entorno de Kicillof responden “preferimos no opinar de este tema. Es incómodo”, cuando se les pregunta cómo ven en La Plata la escena en la que “la doctora” y el libertario comparten el centro del salón de baile (no del ring). Toda una confirmación de esa realidad y de que están afuera del espectáculo, mirándolo detrás de un vidrio blindado, en cuclillas.Kicillof no solo está expuesto al rigor del freezer en el que lo introdujo y lo mantiene alejado Cristina Kirchner y a los ataques constantes de la agrupación del hijísimo Máximo. También padece la presión y las acciones de algunos intendentes (como el jefe comunal de Avellaneda, Jorge Ferraresi), que ya han cruzado el río para disputarle al cristicamporismo el control del espacio.“Después de que Ferraresi incursionó en Quilmes [municipio en manos de la camporista Mara Mendoza] Axel tuvo que pedirle que lo cuidaran un poco porque La Cámpora está dispuesta a desgastarlo públicamente tanto a él como al gobierno bonaerense con tal de preservar la suya”, cuentan en el entorno de una las principales figuras del peronismo del conurbano. El intendente de Avellaneda había expuesto en redes sociales el mal estado de algunos barrios quilmeños, a lo que Mendoza respondió con un estitelazo en X. Atribuyó la situación exhibida a la falta de obras y atención de la gestión provincial de Kicillof y, antes, al propio Ferraresi, que había sido ministro de Infraestructura durante el (des)gobierno de Alberto Fernández, a quien el cristicamporismo no pierde ocasión de demonizar para exculparse a sí mismo.De tal manera, suma capítulos la operación de desgaste a la que es sometido Kicillof, a quien no le perdonan sus gestos de independencia, como haber avalado la candidatura a presidir el PJ del frustrado desafiante Ricardo Quintela.Un cadáver en el patioLa preocupación en el kicillofismo se agravó en la última semana luego de que se hizo pública un denuncia por supuestos hechos de corrupción en el que quedó involucrado el ministro de Transportes provincial Jorge D’Onofrio. Más aún después de que desde el entorno de Sergio Massa dijeron que el cuestionado funcionario ya no goza de su respaldo desde hace alguno meses, después de haber llegado por un acuerdo con el massismo en el loteo del Gabinete hecho entre los espacios que integran Unión por la Patria. “Es muy curioso que lo de D’Onofrio salte ahora y en este contexto. A Axel le dejaron un cadáver en su patio del que nadie se hace cargo. Habrá que ver qué hace. Tengo entendido que le va a pedir la renuncia en breve”, dijo un peronista que se mueve con fluidez entre los intendentes rebeldes y la mesa chica kicillofista. “Por el momento no hay nada. Si hubiera algo más que una denuncia, seremos los primeros en tomar medidas”, dice con evidente incomodidad una de las personas de consulta permanente del gobernador cuando se le preguntó sobre el futuro del acusado D’Onofrio. No se trata de un dirigente más. Es una de las personas con más influencia sobre el Poder Judicial bonaerense y que conoce como pocos el entramado del poder real de la provincia. El mayor problema para él es que una de las causas abiertas en su contra esté en el fuero federal. No es la primera vez que Kicillof siente que le pegan debajo del cinturón para dañar uno de sus activos más valorados por la opinión pública y la dirigencia política y sectorial como es su imagen de honestidad. “Lo quieren manchar, como ya hicieron cuando le impusieron a Martín Insaurralde (el capitán de El bandido) como jefe de Gabinete y lo obligaron a desplazar a Carlos Bianco, que es su mano derecha”, recuerda un importante colaborador de uno de los intendentes aliados del gobernador. La referencia a La Cámpora y a Máximo Kirchner es tan obvia que no necesita explicitarla. La condición de interlocutor de los bandos en pugna que cultiva Massa, así como la toma de distancia de su exprotegido D’Onofrio y el hermetismo en el que se ha sumido el derrotado candidato a presidente despiertan interrogantes y desconfianzas. Las mismas que agita el ferviente neomileísmo de uno de sus principales soportes, como es el millonario empresario multirrubro José Luis Manzano. Los ríos subterráneos que conectan la política y los negocios siempre despiertan suspicacias. El reemplazo de D’Onofrio, que algunos consideran inminente, a pesar de la negativa de los voceros de Kicillof, abre otra duda y un posible foco de conflicto. El massismo no está dispuesto a perder poder y menos una cartera sobre la que siente un muy singular interés. Así de convulso y confuso está el mundo peronista, sobre el que Cristina Kirchner se ocupa en proyectar su figura y sus densas sombras, aún más allá del bastión bonaerense. La visita cristinista a Santiago del Estero, donde gobierna el radical kirchnerista Gerardo Zamora, solo un par de días después de haberse hecho de la presidencia del PJ y de ser confirmada su condena por corrupción en la “causa Vialidad” fue vista como otro tiro por elevación a Kicillof en su aspiración a ser candidato a Presidente en 2027. No sería la primera vez que “la jefa” llena la cancha de candidatos, diluye instalaciones y obtura procesos sucesorios en los que pueda perder el joystick (una verdadera pasión familiar). Rendirse y jubilarse no figuran en su léxico.Una anguila para MacriNada muy diferente de lo que ha hecho Mauricio Macri en Pro, que por estas horas padece (y maldice) tanto como el peronismo no cristinista el show danzante de Javier y Cristina. Macri vuelve a comprobar, pero cada vez desde una posición de mayor debilidad, que Milei es para él lo más parecido a una anguila escurridiza y eléctrica. Le viene ocurriendo desde que intentó neutralizarlo incorporándolo a Juntos por el Cambio. Si el orgullo se lo permitiera tal vez terminaría reconociendo que el lugar donde se encuentra no se debe solo a desaciertos de quienes no le hicieron caso dentro de su espacio político, sino que hubo errores de cálculo y de diagnóstico de su parte. Es lo que barruntan por estas horas complicadas varios de los que siguen siendo leales al ingeniero, que se preguntan si no deberían pararse con más firmeza en algún sitio, en lugar de estar tan expuestos al pragmatismo, la conveniencia, la construcción de poder y la desafección que sienten Milei y los suyos por el macrismo. Aunque el Presidente sobreactúe afecto por el expresidente.La sucesión de escenas pugilísticas y danzantes de Milei y Cristina Kirchner es un espectáculo que padecen por igual el resto de los actores y al que una mayoría social no parece alterar demasiado. Al menos, por ahora.Por Claudio JacquelinTemasJavier MileiCristina KirchnerConforme a los criterios deConocé másOtras noticias de Javier Milei”Guapo con los jubilados”. Javier Milei acusó a Carrió de circular con 20 custodios y recibió una dura respuestaEntre tuits borrados y desmentidas. Milei sostiene su plan de mudar la embajada argentina a JerusalénMilei vs. Macri. El Arca de Javier y el destino de una alianza imposible

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