‘Soy Nevenka’, la película de Icíar Bollaín que se convierte en una oportunidad perdida para hablar de la violencia machista: demasiado plana y televisiva

Mireia Oriol en ‘Soy Nevenka’, de Icíar Bollaín. (Disney)Nevenka Fernández tenía apenas 24 años cuando ingresó en las filas del Partido Popular de Ponferrada después de que le ofrecieran ser la la número tres de la formación en las siguientes elecciones. Tras una nueva victoria del que fuera el alcalde, Ismael Álvarez, se le ofreció ser concejala de Hacienda del Ayuntamiento.Duró un año. En el año 2000, pidió una baja por depresión y, poco después, se presentó ante los medios de comunicación para denunciar por acoso sexual al que había sido su jefe. Nadie la creyó y se expuso a toda una ola mediática de acusaciones que la condenaron tildándola de mentirosa, de aprovechada y de muchas otras cosas. Un caso lamentable dentro de la opinión pública de nuestro país.Pero ella siguió adelante con la acusación y terminó ganando en los tribunales y sentando precedente en la justicia española. Fue la primera vez que un político era sentenciado por acoso sexual, convirtiéndose en el primer caso de Me Too en nuestro país antes de que existiera el término.Qué hechos cuenta ‘Soy Nevenka’Nevenka, ante los medios en 2001.¿Qué pasó a lo largo de esos meses en los que Nevenka trabajó en su puesto dentro del consistorio? Eso es lo que cuenta Soy Nevenka, la nueva película de Icíar Bollaín tras Maixabel, en la que abordaba la figura de la histórica activista Maixabel Lasa, cuyo marido, Juan María Jaúregui, fue asesinado por la banda terrorista ETA y que, años más tarde, inició un acercamiento con uno de los terroristas que acabaron con la vida de su esposo.De nuevo el centro del relato es una mujer frente al sistema. De nuevo, la película se llama como esa mujer. Pareciera que Icíar Bollaín se encuentra en estos momentos contando la historia de nuestro país desde la perspectiva de una serie de figuras femeninas que ayudaron a cambiarlo.Y es un tema importante. Lo que ocurrió con Nevenka Fernández y la necesidad de trasladarlo al panorama actual —donde todavía queda mucho por hacer en materia de violencia machista— es importante.Por qué ‘Soy Nevenka’ no es una buena películaImagen de ‘Soy Nevenka’.Sin embargo, Soy Nevenka no es una buena película y, por tanto, supone una oportunidad perdida a la hora de configurar un contundente alegato cinematográfico feminista. Icíar Bollaín expone los hechos, los registra con la cámara y sigue a Nevenka (interpretada por Mireia Oriol) en su camino desde la inocencia juvenil a la destrucción por culpa del acoso continuado por parte de una figura de poder masculino contra la que parecía que no se podía rebelar (el monstruo, encarnado por Urko Olazabal).Nos muestra su infierno, su desesperación, la forma en la que se va consumiendo, anulando su identidad, pero lo hace de manera demasiado plana, casi como si se tratara de un ‘telefilme’ de sobremesa, sin la contundencia o la profundidad necesaria más allá de filmar los hechos, algo que ya se había registrado, por cierto, en el documental de Netflix Nevenka, que sin duda ha sido una de las mayores fuentes de inspiración para la película, porque en realidad no aporta mucho más.La directora adopta además una discutible decisión de planificación formal. Su cámara está siempre pegada al rostro de la actriz, incluso también en los momentos más delicados, véase las relaciones sexuales no consentidas o un terrible ataque de ansiedad que se muestra en primer plano sin apenas pudor, alargando demasiado las secuencias y generando un atisbo de sensacionalismo cinematográfico que no encaja con la propuesta.La sensación que queda no puede resultar más decepcionante, porque si Soy Nevenka hubiera sido mejor película, la fuerza de su mensaje se habría multiplicado. Y es que los temas son importantes, pero si detrás no hay una propuesta fílmica, no sirven de nada.

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