Emmanuel Macron, este domingo. (Yara Nardi/Reuters) (Yara Nardi/)Cuando el presidente francés Emmanuel Macron disolvió por sorpresa el Parlamento y anunció un adelanto electoral, como consecuencia del éxito de Marine Le Pen en los comicios europeos, casi nadie entendió la decisión. Todos los analistas políticos coincidieron en que era una apuesta muy arriesgada, y en su propio partido la criticaron. Parecía un intento de ‘hacerse un Pedro Sánchez’ con una jugada inesperada que sale bien contra todo pronóstico. Pero no ha sido así.Es imposible saber por qué el político tomó esa decisión, que casi todos menos él veían como condenada al fracaso. La popularidad del mandatario estaba en mínimos y el rechazo hacia él podía ser más fuerte que el rechazo a Agrupación Nacional, la formación de extrema derecha de Le Pen. Y así lo han demostrado las urnas este domingo: Ensemble, la coalición de Macron -liderada en estas elecciones por el primer ministro Gabriel Attal-, ha quedado como la tercera fuerza del país, con un 20% de los votos, según los datos provisionales.Francia entra así en un periodo de incertidumbre en el que no hay una mayoría clara para gobernar. Jordan Bardella, el candidato a primer ministro de Agrupación Nacional, ha dicho que su partido sólo gobernará si logra la mayoría absoluta. Tiene opciones, pero habrá que esperar a la segunda vuelta, en la que el partido de Macron y la izquierda del Nuevo Frente Popular -segunda fuerza en votos- buscarán no ponerse la zancadilla: ambas han dicho que retirarán a sus candidatos en las circunscripciones donde hayan quedado terceros, para que sólo se presente uno frente a Agrupación Nacional.Todos para uno y uno para todosEn sus primeras declaraciones tras conocerse las primeras estimaciones, Macron ha señalado que la alta participación muestra la voluntad de los franceses de “clarificar la situación política”. “Frente a Agrupación Nacional (la formación de Marine Le Pen), es el momento de una amplia coalición claramente demócrata y republicana para la segunda vuelta”.Jean-Luc Mélenchon, el líder de La France Insoumise y uno de los partidos que forman parte de la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular, recogió el guante: “De acuerdo con nuestros principios, en ningún lugar permitiremos que Agrupación Nacional gane, y es por eso que (…) en el caso de que lleguemos en tercera posición, retiraremos nuestra candidatura. En todas las circunstancias, nuestra consigna es clara: ni un voto más para Agrupación Nacional”.Y el primer ministro Gabriel Attal ha dicho lo mismo: “Esta noche no es una noche como las demás, la lección de esta noche es que la extrema derecha está a las puertas del poder”, por lo que el objetivo ahora es “impedir que Agrupación Nacional obtenga una mayoría absoluta en la segunda vuelta, domine la Asamblea Nacional y, por lo tanto, gobierne el país con el proyecto funesto que es el suyo”. Por ello, anunció que los candidatos de Ensemble que llegaron en tercer lugar y “cuyo mantenimiento habría permitido la elección de un diputado de Agrupación Nacional” deberán retirarse para apoyar “a otro candidato que defienda, como nosotros, los valores de la República”. “Es una decisión importante. Es una decisión difícil porque es la decisión de la responsabilidad. Y lo creo profundamente. La decisión del honor, todos lo han entendido esta noche”, explicó.Todo esto implica un compromiso entre la coalición de Macron y la izquierda para no competir entre sí en la segunda vuelta y presentar sólo una opción en cada circunscripción frente a la formación de Marine Le Pen. Si la jugada sale bien, Macron de todos modos tampoco saldría ganador en el Parlamento, sino que el Nuevo Frente Popular puede ser el beneficiado, y el presidente tendría que convivir con el elegido por la izquierda para ser primer ministro. Ya lo ha dicho Mélenchon: “En estas condiciones, no podemos tener otras propuestas, otra demanda razonable que esta: ¡es necesario dar una mayoría absoluta al Nuevo Frente Popular!”Cuesta imaginar esta situación, sin embargo. La coalición de izquierdas es tan volátil que ni siquiera tiene un líder claro, y los partidos que la forman tienen poco en común, más allá de su oposición a Le Pen.Todo está en el aireTodo está en el aire, pero pase lo que pase, parece claro que Attal no repetirá como primer ministro y que Macron tendrá que acostumbrarse a convivir con uno de un partido distinto al suyo.¿Tal vez eso es lo que quería desde un principio? Según los que ven en el político a un Maquiavelo al que le gusta jugar fuerte, al presidente no le quedaba otra opción que un adelanto electoral, incluso sabiendo que perdería. La figura de Macron -que llegó al poder como un soplo de aire fresco, como la alternativa a la izquierda y la derecha tradicionales que habían gobernado Francia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial- está muy desgastada, y ahora quizás -pero solo quizás- compartirá ese desgaste en el día a día del Ejecutivo con alguien de una opción política rival. Sin embargo, eso complicará claramente la gobernabilidad del país. Si el objetivo era ese, es una meta muy pobre.En una columna publicada este domingo, The Economist califica de “desastrosa” la decisión de Macron de adelantar las elecciones. “La votación fue una humillación aplastante para la alianza centrista del presidente Emmanuel Macron, Ensemble. Muchos de sus propios diputados y aliados más cercanos, presintiendo una inminente eliminación, estaban horrorizados por su inesperada decisión. El tiro le salió por la culata”.