En 2006, cuando Catalina Hornos tenía 20 años, decidió hacer un viaje de voluntariado desde Buenos Aires a Santiago del Estero, provincia ubicada al norte de Argentina. Cuando llegó a la ciudad de Añatuya se encontró con una realidad muy difícil. “Estuve en una escuela y veía de cerca las necesidades. Supe lo que era vivir sin agua, o ir a un hospital y no encontrar médicos. En ese momento, sentí que no me merecía las oportunidades que había tenido, si no podía luchar para que otros también las tuvieran”, relata la psicóloga y psicopedagoga de 38 años.Seguir leyendo
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