Vivió adelantada a su tiempo. Se desempeñó en una época en la que las mujeres deportistas eran consideradas intrusas en un espacio para hombres, cuanto menos, o en el peor de los casos, dueñas de un estilo de vida inaceptable para la sociedad. Pero Babe Zaharias (1911-1956, Port Arthur, Texas) trascendió como una multiatleta cuyo cuerpo significó su más valioso tesoro. Y nunca le importó aquel señalamiento de ser “demasiado varonil”, como se la estigmatizaba habitualmente.“Siento la necesidad de hacer las cosas mejor que cualquier otra persona. Mi objetivo es ser la más grande atleta que haya existido”, juraba ya desde chica. Y fue tal su convencimiento que terminó convirtiéndose en una de las mejores golfistas de la historia. Pero antes brilló en cada deporte que se propuso desarrollar: atletismo, básquetbol, voleibol, béisbol, tenis, natación, handball, bowling, ciclismo y hasta billar. La vez que le preguntaron si había alguna disciplina que no había practicado, respondió: “Sí, a las muñecas”.Evidentemente, Babe no daba con el biotipo femenino hegemónico de la época. Su nombre verdadero era Mildred Didrikson y se ganó su apodo de adolescente, cuando intimidó a un grupo de hombres con sus cinco home runs en un partido de béisbol. Bateó con tanta potencia que la compararon con Babe Ruth, uno de los jugadores profesionales más populares de la historia en las Grandes Ligas. Fue la sexta de los siete hijos de Ole y Hanna Marie Didrikson, inmigrantes noruegos, que le dieron alas para seguir su camino en el deporte.En 1932 participó en los campeonatos nacionales de la Amateur Athletic Union (AAU). Se anotó en ocho pruebas y ganó en cinco: lanzamiento de bala, béisbol, salto en largo, jabalina y 80 metros con vallas. Los cuatro récords mundiales que consiguió en una sola tarde le permitieron ingresar de cabeza en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1932, donde conquistó las medallas doradas en jabalina y en los 80 metros con vallas. Y tuvo que conformarse con la medalla de plata en salto en alto por su controvertida técnica al momento de superar la vara. Grantland Rice, un prestigioso periodista gráfico que cubría esos Juegos, la alentó a iniciarse en el golf. A tono con su innato talento, enseguida se familiarizó con los hierros y las maderas y abrió una nueva era en su fascinante recorrido deportivo.El triunfo de Zaharias en los 80 metros con vallas de los Juegos Olímpicos de Los Angeles1932 (Universal History Archive/)La primera vez que Babe jugó 18 hoyos, a los 21 años, empleó 91 golpes y promedió las 250 yardas con el driver. A partir de 1935, sólo le quedaría mejorar de la mano de maestros como Tommy Armour y Gene Sarazen, con quienes tomó clases y terminó animando exhibiciones pagas. En uno de esos torneos que reunían celebridades compartió la salida con George Zaharias, un conocido promotor deportivo y ex luchador que pesaba 134 kilos, cuyo apodo era “El griego llorón”. Siguieron juntos hasta contraer matrimonio en 1938. La relación con George era muy afable, pero en verdad, para Babe, el gran amor de su vida era Betty Dodd, una amiga que la acompañó hasta sus últimos días.Por sus ganancias en el básquetbol y el béisbol, la USGA la consideró profesional en 1935. Una decisión tan absurda como pensar que Stephen Curry tenga que jugar golf profesional porque se gana la vida jugando al básquet. Sin embargo, eso no hizo sino destacar lo especial que fue Zaharias gracias a su talento multideportivo. Una distinta, la mejor atleta de la historia, según muchos especialistas. Ambiciosa y con una preocupación cada vez más marcada por lucir femenina, en 1940 se sintió capaz de renunciar públicamente al golf profesional y se acomodó en el período prescrito de “purificación” de tres años que le permitiría recuperar su condición de aficionada. Así fue como el 21 de enero de 1943, después de una larga espera, celebró convertirse en amateur al ganar el campeonato estatal de California. Lo malo: durante aquel lapso se vio imposibilitada de desplegar su increíble capacidad atlética en cualquier disciplina.Decidida a respetar su mandato deportivo, entre 1946 y 1947 logró 17 victorias consecutivas en el amateurismo, una hazaña todavía sin igual, incluso para Tiger Woods. En ese aprendizaje constante, Babe rompía el molde de lo que se consideraba por entonces una señora del golf. El modelo ideal en la década del 30 era Joyce Wethered, que tenía un elegante swing de manual, aunque no pegaba demasiado largo. En cambio, Zaharias le daba tan fuerte que Byron Nelson afirmó que conocía a sólo ocho hombres con mayor potencia en el golpe que ella. “No es suficiente con pegarle a la pelota. Tienes que aflojarte el cinturón y sentir el impacto”, afirmaba Babe, que medía 1m70 y pesaba 57 kilos. Coronó 1947 con el título del British Ladies Amateur Championship, el primer logro de una americana en esta cita desde 1893. Poco después de aquella victoria aplastante en Gullane, Escocia, volvió a hacerse profesional.Una imagen de Zaharias en 1944, durante el Women’s Western Open que terminó adjudicándose (PGA of America/)En total se alzó con 48 torneos (41 en el LPGA Tour), entre los que se incluyen 10 majors: 4 Western Open, 3 US Open y 3 Titleholders Championship, de esencia amateur. Sus siete últimas victorias vinieron después de que se le diagnosticara cáncer de colon en 1953 y fuera operada en dos ocasiones. Su triunfo en el US Open de 1954, luego de un momentáneo repunte de su salud, estuvo cargado de emoción. Unos años antes, la agencia de noticias Associated Press ya la había valorado como la mejor deportista de la primera mitad del siglo veinte, pero en 1999 la revista Sports Illustrated unificó criterios al distinguirla como la mejor de los últimos cien años.¿Cómo era Babe durante la competencia? Intentaba intimidar psicológicamente y confundir a sus oponentes de todas las maneras posibles. Le pegaba con un hierro 5, lo metía rápidamente en la bolsa y les decía a todos que había impactado con un hierro 7. O caminaba hacia el green antes de un torneo y gritaba: “Chicas: ¿están practicando para terminar en el segundo lugar?”. Era codiciosa y agresiva tanto fuera como dentro del campo de golf. En todo, en realidad, desde los dados hasta en el rummy. Una vez afirmó que ganó al ver las cartas reflejadas en los lentes de su adversaria. Pero además, en ese tránsito se transformó en una practicante compulsiva del golf: cuentan que tiraba pelotas durante diez horas seguidas en el driving range, cuando estaba fuera del ámbito del béisbol y el básquetbol.Idolatrada casi al nivel de Arnold Palmer varios años después, Babe tenía una enorme capacidad para focalizarse en el objetivo deportivo y contaba con una infinita seguridad en sí misma. Era físicamente fuerte y demostraba una increíble perseverancia, al punto de tomar lecciones de cinco a seis horas por día e impactar unas 1000 bolas en cada jornada, hasta que sus manos comenzaran a ampollarse y sangrar. Sigue siendo hasta el día de hoy la golfista profesional que más rápido alcanzó las primeras 10, 20 y 30 victorias. Por todos sus logros, ingresó al Hall de la Fama LPGA en 1951 y al Hall de la Fama del golf en 1974.Fundadora del LPGA TourEl LPGA Tour, el más prestigioso circuito entre las mujeres, se fundó en 1950 gracias al empuje y determinación de 13 mujeres. Y entre ellas figuraba Babe Zaharias. Había un antecedente, la Women’s Professional Golf Association, posteriormente absorbida por la LPGA. Pero esas 13 “pioneras” salían en caravana de autos con sus palos, cartelería, materiales para usar en la cancha y demás artículos. Ellas armaban el calendario, organizaban los torneos, establecían las condiciones, marcaban el campo, cobraban las inscripciones y las recaudaciones en los pro-am, impartían las reglas y distribuían el dinero de la bolsa. Cabe recordar que era 1950 y no se consideraba normal que una mujer dejara su casa, a su marido o familia, para ir en pos de un sueño. Y menos si ese sueño era jugar a un deporte no muy conocido como el golf. Aquel fue un año, justamente, en el que se llevó los tres torneos grandes y terminó primera en el listado de ganancias.El arrojo innato de Babe la llevó incluso a participar en siete campeonatos profesionales de varones, en cinco oportunidades como invitada del sponsor y en las otras dos, por clasificación. “Solo” pasó el corte en dos de ellos, terminando en el puesto 33º en el Phoenix Open y 42º en el Tucson Open, ambos en 1945. Solamente Shirley Spork, otra de las pioneras, logró clasificarse a un certamen de profesionales hombres y pasar el corte en 1946. Desde entonces, Annika Sorenstam, Suzy Whaley, Michelle Wie y Brittany Lincicome en el PGA Tour, y Laura Davies en el European Tour, jugaron por invitación pero ninguna pudo superar el corte. Parece increíble que 76 años más tarde no sea algo más común y frecuente ver a una mujer profesional en un evento del PGA Tour cuando era algo relativamente habitual en aquellos tiempos.¿Qué pasaría si apareciera hoy en día una jugadora de las características de Babe Zaharias? Nora Ventureira, jugadora amateur, analista de golf en TV y con un cargo en la Comisión de Damas de la Asociación Argentina de Golf, reflexiona: “La LPGA es una organización que necesita exposición, estar más tiempo en medios y redes para poder promover su producto. Una multiatleta como ella, con el arrastre de historias y vivencias en otros deportes sería algo muy bueno y ayudaría a darle esa difusión que necesita. Pero más allá de lo positivo, debería cumplir con las reglas y disposiciones de la LPGA para poder ingresar al circuito. En ese aspecto, este circuito es bastante reacio a las excepciones”.El swing de Mildred “Babe” Didrikson Zaharias (1911-1956). Un retrato de la multiatleta en 1947 (Circa Images/)Ventureira, además, se refiere a la anatomía del golf femenino de las décadas del ‘30 al ‘50: “El nivel era bueno, pero quizás con scores un poco más altos y con una competencia más acotada. Las mujeres tenían grandes swings, le pegaban muy bien a la pelota -con palos que no eran permisivos- y en muchos casos complementaban al golf con otros deportes, lo que las proveía de un físico más atlético, el equivalente a un gimnasio en la actualidad”. Y finaliza: “Creo que si hoy se le dieran a Babe Zaharias los palos, las pelotas, la tecnología y los campos en los que juegan las chicas de la LPGA, sería descollante. Una distinta, igual que en su época y tal vez más”.Zaharias conservó su espíritu competitivo hasta que sufrió una nueva recaída por su enfermedad. Murió el 27 de septiembre de 1956 en Galveston, Texas, cuando todavía ostentaba su condición de N° 1 entre las mujeres. Y antes de dejar la huella de imborrable heroína adorada por el público, escribió una autobiografía titulada: “La vida que he llevado”. Su recuerdo permanece vivo en el museo que está en Beaumont, Texas, y que repasa su carrera. También en la serie de televisión Babe (1975), protagonizada por Susan Clarke y cuyo argumento giraba alrededor de su batalla por ser aceptada como mujer en un deporte dominado por hombres. El tiempo le dio la razón.