El tamburello nació en el norte de Italia como herencia de su predecesor, el longue paume, un juego popular en toda Europa durante el siglo XVI. Una decena de participantes repartidos en dos equipos se intercambian el movimiento de un balón en el aire impulsados por una pala que da nombre al juego. En honor a este deporte es que el circuito de automovilismo de Imola, el Autódromo Enzo y Dino Ferrari, bautizó a una de sus antiguas curvas (hoy convertida en chicana). Fue ella la responsable de uno de los accidentes que más conmocionó a la Fórmula 1.Ocurrió cuando el brasileño tricampeón del mundo Ayrton Senna perdió la vida en el Gran Premio de San Marino de 1984 al seguir de largo en la curva Tamburello a una velocidad de 218 km/h e impactar contra el muro de contención. En ocasión del 40 aniversario de ese hecho, una producción que conjuga a la fundación que lidera su familia y un grupo de cineastas locales ha visto la luz en Netflix bajo una premisa: demostrar al mundo que un proyecto tripartito entre la Argentina, Uruguay y Brasil podía sorprender con su realismo, concepto y propuesta final. Eso es Senna, la serie de seis capítulos que se presentó en noviembre.Una de las proezas necesarias era recrear los vehículos que el protagonista y sus colegas utilizan para las carreras en las escenas que se filmaron en el Autódromo Óscar y Juan Gálvez en Buenos Aires, Balcarce, Mar del Plata y el viejo aeropuerto de Carrasco, en Montevideo. Lotus 97 de 1985, McLaren MP4/5 de 1989/1990, McLaren MP4/4 de 1988 y Ferrari F641 de Alain Prost son algunas de las piezas que requerían manos artesanas. Un desafío solo capaz de ser encarado por la experiencia de Tulio Crespo y su familia en la ciudad natal del quíntuple campeón argentino, Juan Manuel Fangio.Con gran trayectoria, Tulio Crespi y sus hijos estuvieron a cargo de la hazaña Tulio nació en 1938 en el corazón del barrio de Palermo. Su historia en el automovilismo comienza en 1963 con su primera fábrica en Chacarita, junto a las vías de tren, prácticamente frente al cementerio (calle Santos Dumont, a la vuelta de Warnes). Allí fabricó junto a su hermano mayor su primer auto, solo por entusiasmo. Fue justamente su hermano el que lo hizo aficionado a las carreras de autos, a las que lo llevaba desde pequeño.Su primera experiencia comenzó con la compra de un auto chiquito, un NSU. Por ese entonces había conocido a un equipo alemán que lo invitó a probar el fórmula. “Automáticamente se propone a sí mismo la fabricación de uno –recuerda Luciano Crespi, uno de sus seis hijos y hermano de Sandro, Flavia, Gabriela, Matías y Julieta–. Es ahí cuando comenzó su trabajo”.Cuando a Tulio, creativo y autodidacta, le aparece un proyecto y se lo fija en la cabeza, no ve modo de que no suceda. Eso pasó con aquel fórmula. Así nació su primer auto, el Tulia 1. Con su creación participó en una carrera en el autódromo un fin de semana del 63. Con él al volante ganó su primera carrera compitiendo contra el grupo visitante de autos alemanes. Ese paso dio inicio a su producción de vehículos, que hoy lleva más de 2.000 autos construidos.Aquel primer éxito fue la semilla del equipo Crespi Competición y de la formalización de su taller tanto para la construcción de nuevos coches como para la preparación de piezas para Turismo Carretera. Su primer trabajo revolucionario en carrocería fue producto de un accidente que destruyó por completo el IKA Torino de uno de los pilotos de su equipo.GentilezaBajo la idea de hacer una tarea revolucionaria, nació el Petiso-Torino, dueño de esbelta aerodinámica y de baja estatura. Este fue el puntapié para un despegue meteórico. “Su primera fábrica –sigue Luciano– era muy visitada, incluso por Juan Manuel Fangio. Cuando llegaban figuras extranjeras a visitarlo, Fangio los llevaba a la fábrica de Tulio para que conocieran cómo se fabricaban los monopostos”.Sus piezas se expusieron numerosas veces en La Rural, lo que le significó una invitación al Salón Internacional del Automóvil en París, que era por entonces el más importante de la especialidad. Allí compartió escenario con marcas como Ferrari, Lamborghini, Maserati y Aston Martin.Para llegar a la exhibición logró trasladar sus vehículos en un Hércules de la Fuerza Aérea. En ese mismo vuelo viajó Tulio acompañando a sus “bebés”. La llegada de Fangio al salón se vistió con una alfombra roja desde el ingreso y culminaba directamente en el stand de Crespi.Sangre de aceite y tuercasEl proyecto de Tulio voló alto. Es hoy una de las pocas compañías a nivel mundial que fabrica monoplazas, una de las más antiguas del mundo y de las que más cantidades produjo en la historia de los automóviles. El emprendimiento sigue estando en sus manos, junto a la compañía de tres de sus hijos: Sandro (60), Matías (45) y Luciano (47).“Fue imposible no seguir la tradición dado que el automovilismo ocupaba nuestras vidas las 24 horas de una manera muy fuerte. Lo que para nosotros era genial –continúa su hijo Luciano–. Particularmente a mí me gusta mucho que haya sido así porque nos conquistó una actividad muy creativa y hoy lo podemos seguir haciendo con ganas, pasión y dedicación. Nos fue conquistando de a poco. Acompañando a Tulio a las carreras de muy chiquito, ya de bebés fuimos a los autódromos, y eso nos fue ganando”.En el caso de Luciano, construyó una exitosa carrera como piloto y como coach de otros candidatos. Corrió primero en karting, después en la fórmula Renault Argentina, donde fue subcampeón nacional, emigró para correr en Europa donde permaneció tres años, ganó carreras y fue subcampeón de Fórmula 4. “Conocí pilotos de muy alto nivel de Fórmula 1 –relata–. Seguí trabajando y compitiendo en TC2000 en la Argentina, me volví para Europa a llevar pilotos para desarrollar su carrera”.En medio del reconocimiento profesional, Tulio movió su fábrica desde Chacarita a Balcarce a pedido de Fangio. Surgió por entonces el proyecto de hacer las “Tulietas” (como llama a sus producciones) para Renault, y el “Chueco” se entusiasmó. Consiguió un terreno y convenció a Tulio de que montara en aquella ciudad una fábrica muy grande, planeada para un fuerte desarrollo industrial.“El autódromo Juan Manuel Fangio, su museo y todo lo que sucedió a raíz del pentacampeón del mundo de Fórmula 1 es muy fuerte –asevera Luciano–, y eso asentó una tradición muy fierrera más allá de las competencias y la cantidad de pilotos de TC que nacieron o se formaron en Balcarce. Se fue construyendo un espíritu muy tuerca en el pueblo”.Hablar de una rutina puertas adentro de la fábrica es una utopía. “Todo es muy creativo –sigue–. Ni hablar de Tulio, que no para de inventar y de hacer vehículos nuevos, aún a su edad. Sigue trabajando todos los días de 8 a 5 de la tarde”. Su hijo Matías está dedicado a la proyección del plantel de trabajo y a marcar los tiempos en todos los diseños que él desarrolla junto a Sandro, ambos concentrados en la producción. Luciano, en tanto, se mueve en el área comercial, expandiendo los vínculos y, en parte, como piloto de pruebas.GentilezaEl equipo Crespi siguió creciendo en categorías como Fórmula Renault, Sport Prototipo y Utilitarios. Debutó en TC 2000 en 1994, vinculándose a nombres que han escrito la historia del automovilismo local como Oscar Castellano, Guillermo Ortelli, Omar Martínez, Daniel Cingolani y Miguel Ángel Etchegaray.La F1 de películaLos Crespi se habían dispersado. Uno de los hijos de Tulio estaba viviendo en Suiza. Trabajaba en un equipo de Fórmula 3 internacional. Otro, en Brasil, sumergido en el Stop Car de ese país. Mientras que el tercero desarrollaba kits aerodinámicos para camiones. Tulio permanecía en la fábrica, capeando el temporal que dejó la pandemia. Fue en ese preciso momento cuando llegó el llamado de Salado Films, una productora fílmica uruguaya que, entre otras piezas cinematográficas, trabajó durante cinco años en la filmación de La Sociedad de la Nieve.La compañía, junto a Gullane Brasil y Netflix, tenía entre manos la realización de la serie Senna. “Estaba caminando por Suiza cuando me llega el llamado de Cali Ameglio, director de Salado, y como si nada ahí no más me encargó 22 autos de carrera”, relata Luciano.Viendo el proyecto en perspectiva, reconoce que Senna ha sido para él uno de los top tres planes profesionales de su vida. “Creería que hoy está en el puesto uno totalmente, porque es muy reciente y fue majestuoso –continúa–. Reúne una combinación de varios factores: representar a Ayrton Senna, fabricar los autos y la serie, te diría que es perfecto”.Sin embargo, fueron muchos los momentos estelares, no solo su carrera deportiva compitiendo en autos, algo que lo mantiene encantado aún, hoy que sigue probando coches y se mezcla con la velocidad a diario, sino también el desarrollo de pilotos en Europa “con varios años de dedicación –añade–, mucho esfuerzo junto a un piloto marplatense, Marco Siever, con quien logramos un hito muy importante, que fue ganar el campeonato de Fórmula 4 italiana en un mano a mano con Mick Schumacher, el hijo de Michael, allá por 2015″.Producir los 22 autos que fabricaron para Senna fue todo un desafío. Partiendo por la logística organizativa y siguiendo con la velocidad que se requirió para fabricar todo, hasta la variedad de modelos que debieron desarrollar. “Hubo mucho esfuerzo, mucha dedicación y mucho placer –explica–. Cuando veíamos los resultados de lo que estábamos creando se sentía muy satisfactorio. Fue casi increíble ver modelos tan importantes y clásicos de la Fórmula 1 o de otras categorías del mundo en nuestra fábrica. Era realmente imponente. Eso fue genial”.La serie “Senna” es un proyecto tripartito entre la Argentina, Uruguay y Brasil Para los productores, la estructura de las piezas lograda por los Crespi fue increíblemente perfecta. Se lograron autos que anduvieron sin contratiempos y con los que se pudieron hacer todos los planos necesarios para las escenas. “Los monocascos están construidos con estándares de seguridad y homologaciones para competición –señala Luciano–. El habitáculo y chasis mantienen las medidas originales de los modelos representados. Optimizamos el confort para el piloto, manteniendo el puesto de conducción original”.Todos los prototipos y modelos se encuentran en la fábrica. Están impecables. Aunque protegidos, a veces los Crespi los llevan a algunas exhibiciones para que la gente pueda conocerlos. Hoy siguen trabajando en lo que los caracteriza: la fabricación de monoplazas, incluso para las categorías argentinas, donde compiten jóvenes desde los 15 años que tuvieron previas experiencias en karting. Hay más de 150 autos Crespi compitiendo por el país.“Nos hemos abocado a la creación de los Crespi Formula Concept, que son autos inspirados en los clásicos Fórmula 1 que se utilizaron para la serie Senna –añade–. Orientados para un segmento de coleccionistas profesionales a los que les gusta ir a la pista. Pueden comprar un modelo inspirado en esos autos tan lindos, pero con motorización y potencia deportiva para que aquel que adquiere un auto de este tipo pueda ofrecerse la experiencia de girar en una pista”. Los Crespi prestan un servicio completo de mantenimiento de los vehículos, la organización de eventos para que esos coches giren en conjunto con otros. Armaron una especie de “experiencia Crespi” para desarrollar esos encuentros exclusivos.Hay unos pequeños Crespi dando vuelta por la familia, husmean en el taller del abuelo, aunque aún está en proceso de sembrado la semilla de la pasión. “Esperemos que crezcan, pero el futuro lo dirá”, sentencia. Como diría Senna, “cuando Dios quiere que algo suceda, nadie puede cambiarlo”.Por Flavia TomaelloTemasConversacionesAutomovilismoNetflixAyrton SennaConforme a los criterios deConocé másOtras noticias de ConversacionesInspiración. Los seis tipos de diálogo interno que tenemos en nuestra mente y su poder sobre nuestras emocionesSálvese quien pueda. Series y películas para una época que no cree en nadaPiezas que sorprenden. Las hermanas Iskin repasan los inicios, el presente y el futuro de su marca de joyería de autor