Un Presidente cada vez más embriagado por el clima de euforia producto de la confluencia de la performance de indicadores macroeconómicos, confianza de los mercados, cambios geopolíticos globales, y acompañamiento de un importante sector de la opinión pública, cruza la línea de meta de su primer año de gestión acelerando a fondo de cara a un 2025 que estará ineludiblemente signado por el proceso electoral.Proceso electoral que tendrá gran trascendencia y escasos precedentes en la historia reciente. No tanto por el carácter plebiscitario que intentará imprimirle Javier Milei ni por la alta probabilidad de que el libertario sume un significativo volumen de bancas que le permita corregir su manifiesta debilidad en el Congreso, sino por la posibilidad de que finalmente comience a plasmarse en las urnas el escenario de reconfiguración política que la narrativa presidencial parece alimentar. Es en esta clave en la que deben leerse algunas de las tensiones y conflictos que afloraron en las últimas semanas, y que tuvieron como escenario privilegiado al Congreso de la Nación. Tensiones que han escalado visiblemente en lo que respecta a la siempre compleja relación entre Milei y el PRO, y que quedaron expuestos con particular crudeza durante el fallido debate en Diputados del proyecto conocido como Ficha Limpia.Visiblemente frustrados ante el avance libertario y el evidente desinterés de Milei y su triángulo de hierro por concretar la tantas veces anunciada como “inminente” alianza con el PRO, sus diputados forzaron la discusión del cuestionado proyecto, no solo para confrontar con el kirchnerismo sino también para intentar exponer públicamente a Milei.Un conflicto que podría profundizarse y potenciarse ante la probabilidad cierta de que, pese a los cruces y diatribas públicas, libertarios y kirchneristas acaben confluyendo en una votación que durante el inminente periodo de sesiones extraordinarias en el Congreso podría eliminar o suspender las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Sin dudas, un motivo adicional de preocupación para un macrismo que se quedaría ya sin una herramienta para “presionar” a los libertarios en aquellos distritos donde los “amarillos” tienen más inserción territorial con figuras propias.En otras palabras, sin las PASO y frente a la intransigencia -por momentos rayana con el “ninguneo”- que perciben en Milei, la disyuntiva para el PRO se torna cada vez más clara: materializar la ruptura, ir por afuera y exponerse al riesgo de ser derrotados, o integración al oficialismo en los términos fijados por LLA.Un escenario que, tanto por la centralidad y fortaleza del propio Milei como por la decisión estratégica de azuzar la polarización con el kirchnerismo, amenaza con forzar al PRO -y a otros partidos del espectro más “dialoguista”- a elegir entre el riesgo de la más profunda irrelevancia o la sumisión incondicional e integración en las huestes del oficialismo. Y ello le plantea serios inconvenientes al PRO, que no solo tiene dificultades terreno firme en donde pararse para procurar un posicionamiento relativamente competitivo, sino que teme por el corrimiento de su electorado.En este marco, es tan esperable un endurecimiento de las críticas del macrismo como una explosión de las internas entre aquellos leales a la propuesta “republicana” del ex presidente xeneize y quienes, ya sea por instinto de supervivencia, pragmatismo o convicción, son partidarios de pactar la rendición con Milei. Habrá que seguir con atención lo que pueda ocurrir durante las sesiones extraordinarias que tendrían lugar antes de Navidad.No solo en lo que respecta a la posición del PRO frente al ya mencionado proyecto de eliminación de las PASO, sino también con respecto a los otros proyectos de reforma política, e incluso sobre el pedido formal de expulsión de Unión por la Patria al senador entrerriano Kueider, detenido en un vecino país con un importante cantidad de divisas sin declarar.Debates que no solo podrían erigirse en un punto de inflexión en las relaciones entre el PRO y LLA, sino que podrían incluso precipitar divisiones internas en las filas del partido fundado por Macri, concretamente entre los más leales al ex mandatario y el grupo de los “acuerdistas”, entre los que figuran Cristian Ritondo, con estrechos lazos con Santiago Caputo, Diego Santilli, el referente más fuerte de PRO para negociar un acuerdo en la provincia de Buenos Aires, y el senador Luis Juez, que aspiraría incluso a quedarse con la presidencia provisional del Senado el año próximo.En este contexto, si bien el duro comunicado del PRO tras el fracaso de la sesión especial por Ficha Limpia y el contenido del tuit de Macri en las redes sociales, generaron incomodidad en muchos de los acuerdistas, la sangre aún no llegó al río. Sin embargo, con los ánimos tan caldeados, cualquier chispa tiene el potencial de encender la pradera.Macri cree que el PRO puede y debe mantener su propia identidad, y que incluso de esa forma, puede ser competitivo interpelando a un votante que aunque partidario de los cambios, valora las formas republicanas y los canales institucionales. De alguna manera, es lo que el ex mandatario criticaba en ámbitos semi públicos, y que al calor de las tensiones comenzó a explicitarse: desde las referencias a los “déficit de gestión” o la carencia de “equipos”, a críticas más puntuales, como las referidas a las políticas negacionistas del cambio climático, la caza de brujas en Cancillería, o las políticas de relacionamiento con otros países.Sin embargo, los acuerdistas entienden que no hay margen para pelearse con Milei, como lo explicitó el propio Santilli en sus redes sociales. Y, si bien hablan de acuerdos territoriales que respeten la identidad partidaria, en los hechos, sea por convicción o por pragmatismo, son proclives a la lisa y llana integración. Y es precisamente sobre ese sector, por cierto más relevante en la Cámara baja -en donde el PRO renueva 22 bancas-, sobre el que opera la estrategia de seducción de Santiago Caputo y Karina Milei, con el convencimiento de que la nueva estructura que emergerá tras las elecciones de 2025, se construirá -en parte- sobre las ruinas del PRO.A este panorama, hay que sumarle las crecientes tensiones con los gobernadores del espacio (Frigerio, Torres y Jorge Macri), que tuvieron un nuevo capítulo durante la trunca discusión del Presupuesto del 2025. Y es precisamente en suelo porteño donde las tensiones generan más preocupación, en la medida que el PRO siente amenazado su tradicional bastión y estaría dispuesto a desdoblar elecciones para garantizarse la gobernabilidad local a través del manejo de la Legislatura. Sin embargo, aun saliendo airoso en este escenario, esta estrategia de municipalizar la elección debilitaría todavía más al PRO como marca nacional.Mientras el Presidente ya eligió polarizar con el kirchnerismo y vez evita alimentar una narrativa de proscripción que pueda capitalizar esa minoría intensa, el PRO se enfrenta a la amenaza más concreta para su supervivencia desde que fuera fundado hace casi dos décadas.
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