Las autoridades de Bulgaria han asegurado este viernes que sus investigaciones apuntan “sin lugar a dudas” que los miles de ‘buscas’ que explotaron de forma coordinada esta semana en Líbano, ataque achacado a Israel y que dejó al menos doce muertos y más de 2.300 heridos, no fueron fabricados, importados o exportados por el país europeo.
La Agencia de Seguridad Nacional de Bulgaria (NSSA) ha indicado en un comunicado que sus análisis –llevados a cabo junto a otros organismos, incluido el Ministerio del Interior– permiten determinar que “sin lugar a dudas” que “ningún aparato de comunicación fue importado, exportado o fabricado en Bulgaria, en relación con los que estallaron el 17 de septiembre de 2024 en Líbano y Siria”.
Asimismo, ha destacado que la compañía Norta Global, mencionada en relación con estos incidentes, “no llevó a cabo transacciones sobre las que Bulgaria tenga jurisdicción relativas a la compra o venta de bienes”.
“Norta Global no llevó a cabo operaciones financieras que caigan dentro del ámbito de la Ley de Medidas contra la Financiación del Terrorismo, ni mantuvo relaciones comerciales con personas o entidades sujetas a sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o del Consejo de la Unión Europea”, ha zanjado.
El organismo anunció el jueves que estaba examinando la posible vinculación de la empresa con los miles de ‘buscas’ que estallaron el martes en Líbano. Las primeras pistas llevaron a la firma taiwanesa Gold Apollo, que rápidamente salió al paso de las sospechas señalando que había cedido los derechos de fabricación a una segunda empresa, BAC Consulting, con sede en Hungría.
Sin embargo, el Gobierno de Hungría indicó que BAC Consulting es un mero “intermediario comercial”, sin capacidad de fabricación por tanto de los dispositivos, y fuentes citadas por el portal búlgaro Telex han declarado que fue en realidad una empresa con sede en Sofía, Norta Global, la que facilitó la venta de los dispositivos entregados a Hezbolá.
Los ataques del martes se vieron seguidos un día después por una oleada de explosiones en walkie-talkies también achacada a Israel, con un balance de víctimas total de cerca de 40 muertos y unos 3.000 heridos, según las autoridades libanesas. Los dispositivos habrían sido adquiridos por el partido-milicia chií Hezbolá, si bien por ahora no está claro cuántas de las víctimas son miembros del grupo y cuántas son civiles.
El carácter indiscriminado de los ataques, que quedó palpable con explosiones en lugares ajenos al ámbito militar o con gran afluencia de gente, ha sido criticado por Naciones Unidas, cuyo secretario general, António Guterres, ha instado a no utilizar como armas objetos civiles.
De hecho, el primer ministro interino de Líbano, Nayib Mikati, ha hecho un llamamiento al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que adopte una “posición firme” en contra de la “agresión israelí” y su “guerra tecnológica”, mientras que el secretario general de Hezbolá, Hasán Nasralá, ha acusado a Israel de provocar una “masacre sin precedentes” y “superar todas las ‘líneas rojas'”.