escucharescucharEl documento vaticano sobre las bendiciones a las personas que se encuentran en lo que se da en llamar “situación irregular”, término que abarca a las parejas en nueva unión y que puede extenderse a parejas homosexuales, ha suscitado en la prensa y entre algunos episcopados y ciertos teólogos una reacción adversa, contraria a las decisiones papales.Con la declaración Fiducia supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones, emitida por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe –que preside el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández–, un documento aprobado por el Papa, será posible bendecir a parejas formadas por personas del mismo sexo, pero al margen de cualquier ritualización o seudoimitación de una figura como la del matrimonio. Se aclaró específicamente que la doctrina sobre el matrimonio no cambia: bendecir no significa aprobar la unión.La extensión de las bendiciones a personas que se encuentran en “situación irregular”, según los cánones de la Iglesia, implica una novedad y todo un desafío para analizar el contexto en que vivimos“La desproporcionada rebelión producida en el seno de la Iglesia Católica –escribe Roberto Bosca– por un documento de naturaleza pastoral ha provocado una infrecuente tensión en un número apreciable de fieles, incluido el propio clero”. A partir de la repercusión que tuvo en los medios de comunicación, este destacado especialista en temas de Iglesia señala que “la intensidad del impacto producido por la declaración obedece a diversas causas y hay quien se ha preguntado si el pronunciamiento fue oportuno y el procedimiento, el correcto”. Además, agrega que “se trata de un asunto de gran sensibilidad, atentos a la extensión que revisten estas situaciones y a que esta temática atraviesa diversas perspectivas teológicas, sociológicas, antropológicas, políticas y culturales hasta ahora vigentes en todo el mundo y actualmente en proceso de profunda revisión y transformación”.Reacciones desaprobatorias se han advertido tanto en la República Oriental del Uruguay, país predominantemente laicista, donde el arzobispo de Montevideo, cardenal Daniel Sturla, se manifestó en desacuerdo, como en muchas otras naciones y regiones. En África y en Asia no son pocos los episcopados perplejos o contrarios a las bendiciones a parejas en situación irregular.Tal ha sido la polémica que el lunes último, durante una extensa entrevista publicada en el diario La Stampa, Francisco no tuvo dudas frente a la pregunta de un eventual cisma en la Iglesia por este tema. “No. Siempre ha habido grupitos que manifestaban reflexiones de color cismático… Hay que dejarlos hacer y pasar… Y mirar adelante”, respondió.El propio papa Francisco apeló al análisis sereno y desestimó que el contenido del nuevo documento vaticano fuera a producir un cismaEn este tema se cruzan dos cuestiones morales y dos miradas eclesiales. En rigor, la bendición estaría destinada a las personas y no a la pareja, porque bendecir a la pareja podría confundirse en estos casos con reconocer esa situación como análoga a la de una pareja heterosexual que pide el sacramento del matrimonio. En sintonía con sus tradicionales enseñanzas, la Iglesia no reconoce otro matrimonio que el de un hombre y una mujer. La relación de personas homosexuales suma además otra cuestión: para la doctrina de la Iglesia no se consideran relaciones lícitas.Desde la mirada eclesial del actual pontífice, nada de esto debería impedir que la Iglesia, como madre misericordiosa, sepa acompañar con profundo respeto a todas las personas en la fe y la oración. Por un lado, podría decirse que una mirada más ortodoxa –tal como en algunos casos fue la de Benedicto XVI – atiende con mayor celo la enseñanza tradicional y acepta que la feligresía será cada vez menor en número. Por otro lado, la mirada “inclusiva” que defiende Francisco propicia salir a las periferias para encontrar a la gente con sus problemáticas invitándola a sumarse de diferentes maneras a la vida de la Iglesia. Es una actitud preponderantemente pastoral.Todo ello no comporta una novedad para la vida de numerosos sacerdotes que llevan adelante un enfoque amorosamente pastoral con jóvenes y personas de diferentes condiciones sociales y, a veces, con escasa preparación religiosa. Muchos saben cómo atender a familias y parejas con sus conflictos, en una variedad creciente de casos muy diferentes. La piedad popular cuenta con una gran experiencia en este campo. Claro que, al pedir la Iglesia que no se confunda un matrimonio con otro tipo de convivencias, no les propone a pastores y catequistas una tarea sencilla.Tras los primeros parágrafos, en los que se recuerda el anterior pronunciamiento de 2021, ahora ampliado, la declaración presenta la bendición en el sacramento del matrimonio declarando “inadmisibles los ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio” y “lo que lo contradice”, para evitar reconocer en modo alguno “como matrimonio algo que no lo es”. El documento en cuestión reiteró que, según la que definió como la “perenne doctrina católica”, solo se consideran lícitas las relaciones sexuales dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer.El arzobispo de Chicago, cardenal Blase Joseph Cupich, recibió con entusiasmo la declaración publicada el 18 de diciembre, que abre la bendición a las parejas “irregulares”.Como observa el portal Vatican News, reiterando que la Iglesia necesita una actitud pastoral hacia las personas que se encuentran en situaciones “irregulares”, incluidas las relaciones entre personas del mismo sexo, el cardenal Cupich cree que la citada declaración “ayudará a muchas más personas de nuestra comunidad a sentir la cercanía y la compasión de Dios”.El cardenal destaca además en su nota que “la declaración de la Doctrina de la Fe mantiene la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, que corresponde a las declaraciones anteriores del papa Francisco de que no es apropiado que las autoridades eclesiásticas “establezcan de manera consistente y oficial procedimientos o rituales” para cualquier situación. El arzobispo de Chicago destaca también que el Dicasterio insiste en que no se deben dar bendiciones a personas en situaciones “irregulares” durante o en situaciones relacionadas con ceremonias que sancionan una unión civil ni utilizar palabras o gestos sacramentales propios de un matrimonio.La Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) publicó, por su parte, que el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cardenal Víctor Fernández, emitió una nota de prensa con la que busca “clarificar la recepción de la declaración Fiducia supplicans, sobre las bendiciones a parejas irregulares” y distingue entre dos formas distintas de bendición: la “litúrgica o ritualizada” y la “espontánea o pastoral”, y también se anima a los obispos a que sean capaces de discernir la aplicación del documento según el contexto. El documento, tras analizar las bendiciones en la Escritura, señala que quien pide una bendición “se muestra necesitado de la presencia salvadora de Dios en su historia”, porque expresa “una petición de ayuda a Dios, una súplica por una vida mejor”.Puede llamar la atención la insistencia de algunos grupos por recibir bendiciones, en una suerte de acercamiento al matrimonio, cuando una gran mayoría de jóvenes encaran su vida de pareja y sus familias sin interesarse demasiado por los sacramentos de la Iglesia. En efecto, cada vez se reduce más el número de quienes contraen matrimonio, tanto religioso como incluso civil. Se trata de otro elemento digno de ser tenido en cuenta en el análisis de la actualidad.LA NACIONTemasOpiniónNota de OpinionPapa FranciscoIglesia CatólicaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de Nota de OpinionNarcotráfico: criminalidad sin fronterasSan Luis: el daño como legadoEl año de las elecciones
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