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Es tatuador, se quedó en la calle con sus hijos y hoy devuelve la ayuda recibida: la historia del “vikingo solidario”

La pareja de “vikingos” lleva 24 años de amor, y juntos encaran proyectos solidarios (Fotos: Facebook “Vikingo Zombie Tattoo”)Rolo Gadea tiene 49 años, pero asegura que el número no lo representa. Se siente de 18, con la misma pasión y perseverancia que en los albores de la juventud. Y además, lo demuestra con cada una de sus acciones. Es tatuador, tiene pelo largo, barba, y anda en moto, y en honor a ese combo le dicen “vikingo solidario”. Su compañera de vida se llama Vicky, y todos le dicen “la vickynga”, porque hace más de dos décadas lucha codo a codo por las mismas causas sociales que él. Son padres de tres hijos, y tiempo atrás pasaron momentos muy difíciles, cuando se quedaron en la calle y tuvieron que vivir adentro de un auto, hasta encontrar dónde una vivienda. “Nos ayudaron desconocidos, y como no nos olvidamos de eso, hoy nosotros somos los desconocidos que ayudamos a otros”, expresa en diálogo con Infobae. A través de distintas campañas, realiza colectas de alimentos no perecederos para colaborar con 200 familias en la provincia de Neuquén, y junto a su grupo fiel, los Motoqueros Solidarios, visitan los comedores todos los meses.Nacido en Bariloche, se mudó a suelo neuquino cuando era muy chico, y se convirtió en su lugar en el mundo. “Como dice la leyenda, si tomás agua del Rio Limay, no te vas más, así que acá me quedé”, dice con humor. Rolo es un gran coleccionista de frases, y para cada momento tiene las palabras justas. También es un atento aprendiz de la vida, un ejecutor de la resiliencia, y muy memorioso, sobre todo de cada lección que aprendió cuando tocó fondo junto a su familia. Su historia de amor empezó hace 24 años, un 25 de diciembre, en plena Navidad. Ese día se hizo realidad uno de sus sueños: que la futura madre de sus hijos, lo mirara como algo más que un amigo.“Es la mujer de mi vida, mi compañera de fierro, mi otro pie, y encima es bellísima; yo la conocía hacía bastante, pero pensaba: ‘A este vikingo croto que anda en moto no le va a dar bola’, era inalcanzable para mí, pero se me dio”, relata con total honestidad. Se acuerda como si fuese ayer cuando se cruzaron de casualidad en un shopping, y sintió que la chispa del amor al fin era mutua. “Quedé alucinado, empezó a haber onda y desde ahí no nos separamos más, pasamos las peores y las mejores, pero siempre juntos; ella ni en los días más duros de nuestras vidas pensó en irse, siempre se quedó a pelearla conmigo”, manifiesta a puro romance.”Me gusta desde siempre la estética vikinga, de ahí el apodo, de los gustos por lo que parece medio de terror también”, cuenta Rolo GadeaSus dedicatorias para cada uno de los aniversarios demuestran que aquella llama sigue encendida. “Siempre adora a tu compañera y mejor amiga, a quien recorre con vos este camino de la vida, y no pases un día sin decirle que la amás”, escribió hace poco en su cuenta de Facebook, “Vikingo Zombie Tattoo”. Tal como suelen decirle, por más heavy metal que resulte su apariencia, ni bien lo conocen y lo escuchan hablar, descubren que en realidad es un osito de peluche. “Sé que cuando nos ven a mí, o a mi hermano y a mi primo, que andamos con el pelo suelto, bien largo, camperas y chalecos, todos tatuados, piensan que tenemos ‘pinta de malos’, pero los verdaderamente malos muchas veces están vestidos de saco y corbata”, reflexiona, sobre los contrapuntos e ironías de la vida.Mover las ruedas de la empatíaHace 15 años se quedó sin dónde vivir, y su Fiat Duna se convirtió en el único refugio, junto a su pareja y dos de sus hijos chiquitos. “Ahí conocí la desesperación, porque fue bastante tiempo viviendo en covachas, trabajando de limpieza por hora, vender CD’s, al punto que en un momento me pregunté si así iba a ser toda mi vida, girando por lugares sin poder salir a flote”, se lamenta. Después de lucharla mucho, empezó a llegar la ayuda de personas que se acercaban para darles una mano, ya sea para acercarles comida o juguetes para sus hijos, como para preguntarles qué necesitaban.Más adelante consiguió trabajo en una cadena de supermercados, y volver a tener un sueldo fue una maravillosa sensación que no va a olvidar nunca. “Nos devolvió la dignidad, y encima había una hora para almorzar, con la comida incluida, algo que para mí era increíble, tener el plato servido todos los días; y uno tiene que ser agradecido y devolver un poco de todo lo que nos brindaron en épocas muy oscuras”, sostiene. Está convencido de que haber pasado tanta necesidad forjó la fortaleza que caracteriza a su familia, y cualquier problema cotidiano que surge, lo ven con otra perspectiva.En una de las entregas de donaciones, acompañado por el grupo de Motoqueros SolidariosCuenta que es muy creyente del karma, y que para que se produzca el famosos “boomerang” de dar y recibir, hay que ir siempre en búsqueda de la bondad. “Hay mucha gente buena, que nos ayuda a ayudar, y por más que con un gesto uno no va a cambiar el mundo, sí le cambie el mundo entero a una persona, y hace falta mucho más de eso, en pequeñas acciones todos los días, desde lo que cada quien pueda”, sentencia. Con su grupo de motoqueros solidarios, tienen como lema: “Mover las ruedas de la empatía”, porque es el valor que más pregonan, y lo otro que consideran indispensable es la transparencia, que cada donación tenga trazabilidad, que se sepa a dónde y a quién llega.Cada nuevo amanecer se entera de que alguien necesita algo, y se pone en marcha para tratar de solucionarlo. Es una tarea constante, sin francos ni fines de semana libres, pero para él no hay opción, siempre hay que intentar. “Hace poco una chica que está en tratamiento contra el cáncer se quedó sin sus medicamentos oncológicos, ya no se los cubren más, y un mes que nos los tiene significa que se muere, así que hicimos una campaña para comprárselos, y pusimos entre todos los 65.000 pesos que hacían falta, y el mes que viene hay que volver a tener ese dinero recaudado”, relata. Es uno de los tantos ejemplos de situaciones que se presentan, como un comedor que necesita una heladera, una cocina industrial, sillas de ruedas, y la lista siempre crece.A medida que la gente le dona juguetes y mercadería, ellos las hacen llegar a los comedores, y publican todos los datos en sus redes sociales“Nosotros podemos ayudar hasta cierto punto, no es mucho lo que podemos poner de nuestro bolsillo, pero nos las rebuscamos porque realmente toda ayuda sirve, y lo vemos en el agradecimiento de los chicos”, comenta. Muchas de las iniciativas sociales las combina con su profesión de tatuador, y más de una vez lanzó la convocatoria de “Tatuajes Solidarios”, que consiste en cobrar un precio mucho más económico a cada persona que se tatúe y done un alimento perecedero. A veces las jornadas empiezan a las tres de la tarde y terminan a las tres de la mañana, para acopiar la mayor cantidad posible de mercadería. “Suelo hacer nombres de 10 centímetros, y algo que saldría 20.000 pesos, lo cobramos 5000 en esos días”, ejemplifica. Dos de sus hijos ya aprendieron a tatuar y también se suman a las campañas.”Mis hijos tienen incorporada la solidaridad desde muy chicos, y los mueve la empatía; nos ayudan un montón”, destaca“Ellos nos vieron predicar con el ejemplo, conocieron la diferencia entre lo que es decir que vas a hacer algo y realmente hacerlo, tener como norte que la Patria es el otro”, enfatiza. Desde que tenía 15 años que empezó con sus primeros tatuajes, con una máquina casera y tinta china para empezar a practicar con sus amigos. “Hacía un escorpión y parecía un cangrejo verde, era horrible, y después me pude profesionalizar y cuando llevaba cuatro años de tener mi local tuve cierto reconocimiento y decidí hacer algo con eso, usarlo como trampolín para la solidaridad”, explica.Las motoqueros en acciónPrimero se dedicaban a rescatar perros de la calle, conseguir alimento balanceado para ellos, y después lo contactaron de varios comedores para pedirle colaboración. En tiempos dorados llegó a gestionar ayudas para diez comedores, pero a medida que las adversidades económicas aumentaron, las donaciones fueron cada vez menos y hoy solo puede colaborar con tres instituciones. “Antes las carnicerías te donaban las alitas de pollo, ahora las venden, y lo mismo pasa con un montón de cosas, como la cantidad de leche que podemos conseguir a buen precio, y el rebusque para poner proteína en los guisos”, indica.Define el tatuaje como su “forma de vida”, y su gran pasión desde que tenía 15 añosUna de las movidas que tuvieron más éxito fue la “Caminata zombie solidaria”, donde convocaron a vestirse de monstruos y traer un alimento para donar. “Nos prestaron un drone, la gente puso premios para sortear, y nos volvimos con dos camionetas repletas de donaciones”, cuenta con alegría. Y no destaca organizar otra de esas salidas urbanas, en la que los más chicos se divierten, y de paso, movilizan la solidaridad. Hubo quienes realizaron cortes de pelo gratuitos, y cada quien aportó algo para que el evento tuviese varios atractivos.Cada tanto aparecen donaciones en cantidades más sustanciales, como cuando les acercaron cajones de cerezas y pelones, o cuando les trajeron muchos pan dulces en épocas festivas. “Siempre publicamos en nuestras redes la foto del día de la entrega, el contacto del comedor y la foto de cuando las reciben, porque nos parece importante que si alguien hace una obra de bien, sepa que llegó a donde correspondía, porque como en todo, sabemos que hay también mucho ruido y pocas nueces en estos temas, que a veces se usan de pantalla”, explica. “Ojalá la gente se de cuenta y sepa cómo somos, que digan: ‘Estos locos ayudan de verdad’”, agrega.Vestido de Papá Noel para uno de los eventos: todos los años en épocas festivas hacen entregas solidariasUna de las misiones más recientes se enfocó en el día de los Reyes Magos, para juntar un juguetes, una chocolatada y una torta frita por cada niño, para agasajarlos en la festividad. “Cuando nos ven llegar con las motos, los nenes flashean un montón, es alucinante como quedan maravillados, saben que les llevamos cosas; y si nosotros, barbudos tatuados en moto, lo estamos haciendo, lo puede hacer cualquier persona”, resalta. En la agrupación conviven no solo los motoqueros, sino todo tipo de voluntarios que colaboran en lo que pueden, además de los aportes económicos que realizan a la distancia seguidores de diferentes puntos de nuestro país.“Lo que más duele es que los nenes no tengan una tacita de leche y algo para comer”, sentencia, y lo dice con conocimiento de causa. Se le vienen a la mente los tiempos tortuosos en que eran sus hijos quienes no tenían asegurado el plato de comida todo los días, y la impotencia que se siente como padre. Aunque algunas veces ha recibido críticas, por su apariencia o por sus gustos, nada de eso lo mortifica. “El que te critica no está haciendo más de lo que estás haciendo vos, y nosotros estamos siempre dispuestos a recibir cualquier ayuda e ideas, por ejemplo, nos han escrito bandas para proponernos cobrar una entrada económica más un alimento, y brindar su show con fines solidarios, y siempre salen movidas gracias a esas iniciativas”, sostiene.”Los chicos nos ven llegar con esta pinta y quedan fascinados, les llama mucho la atención, y lo más importante es ayudarlos porque son los inocentes en todo esto”, sentencia (Fotos: Facebook “Vikingo Zombie Tattoo”)También reciben a todo aquel que quiera conocer los comedores, las donaciones que quieran hacer, y ofrecen como contacto sus redes sociales: en Instagram @vikingo_zombie_ y en Facebook “Vikingo Zombie Tattoo”. Su sueño más grande es tener un merendero, a donde vayan los chicos para alimentarse, jugar al fútbol, y a aprender. “Me gustaría enseñarles a plantar sus propias verduras, usar el método de la hidroponía, hay un montón de ideas re copadas que se pueden hacer con muy poco, pero los recursos todavía no están; hay que dejar de lado el odio, que nos destruye, diferenciar la bondad de la maldad y empezar con menos oración y más acción”, concluye.

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