Pedro Sánchez no es Rambo, precisamente. No responde al prototipo de general de las fuerzas especiales. De mediana estatura, fornido, con la cara picada por un acné juvenil, se va al baño a llorar al recordar a sus padres muertos y regresa con los ojos enrojecidos. En la estantería de su despacho destaca un libro, Introducción al pensamiento socialista. Sus subordinados, que van y vienen todo el rato, reciben sus órdenes de forma serena y discreta. Escuchó flamenco pop durante los días que duró la búsqueda de los niños perdidos en la selva, que él lideraba. Regó aguardiente en la Amazonía para que la madre selva devolviera a los cuatro hermanos, a sugerencia de los indígenas que participaban también en el despliegue. Al fin, Lesly, Soleiny, Tien y Cristin fueron encontrados después de pasar 40 días vagando sin rumbo por la selva. Sánchez, en esta entrevista que tuvo lugar en el cuartel militar del cantón norte de Bogotá, explica cómo fue posible que sobrevivieran en un entorno lleno de vida, pero también de peligros.Seguir leyendo
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