En la Argentina, los productores agropecuarios siguen apostando al futuro mediante la inversión, el esfuerzo y el trabajo, contribuyendo al desarrollo de la economía y, por ende, del país. Y podríamos hacer mucho más de lo que hacemos. Sin embargo, las cosas no son nada fáciles. Siempre lo decimos: faltan reglas claras y justas para ser parte de la solución a los problemas de esta crisis.Somos conscientes, también, de que hay que achicar el gasto público, contar con un tipo de cambio único que dé rentabilidad a las producciones regionales y acompañar a los empresarios que, a pesar de toda esta incertidumbre, año tras año invierten en tecnología y en su trabajo.Uno de los escollos que nos impiden crecer son las retenciones, que siguen vigentes, y la profundización de la inflación, que deterioró radicalmente la competitividad del campo.En marzo se cumplieron 21 años de la reimplantación de los derechos a la exportación y, según un informe de la Sociedad Rural Argentina, entre 2001 y 2022 los productores agropecuarios transfirieron en concepto de retenciones al fisco más de 175 mil millones de dólares. Sin embargo, la pobreza aumentó. En 2001 alcanzaba a 16.500.000 personas y en el 2022 el número llegó a 20.200.000. Además, el último censo agropecuario determinó que hay 70.000 productores menos. Pasaron de 297.000 a 227.000 en dicho período.¿Qué hicieron los gobiernos con el dinero de las retenciones? ¿Invirtieron en caminos, hospitales, escuelas, bajaron el desempleo y los índices de pobreza? No. Dilapidaron el dinero en reparto de subsidios, en vez de promover la cultura del trabajo.Productores se movilizan en la autopista Rosario-Buenos Aires y ruta 90, a la altura Villa Constitución, en reclamo de soluciones a la crisis (Marcelo manera/)Impuesto distorsivoLas retenciones son un impuesto distorsivo que muestran sus peores efectos en momentos como el actual, una extrema sequía, con productores que tributan sin saber si van a tener una ganancia sobre su inversión y trabajo o, peor aún, pagan impuestos bajo la línea de sostenibilidad financiera.La presión impositiva de todas las actividades económicas supera el 40 por ciento. El campo llega a pagar, en concepto de impuestos, hasta un 70 por ciento. Esto es discriminatorio y hasta confiscatorio.Y en estos años de sequía, un impuesto tan distorsivo nos pone en situación de quebrantro.Es imposible concebir un futuro de país que no contemple al campo en el centro de la ecuación económica, política y social.El segundo, es el clima, que sin dudas es el factor más determinante que tiene nuestra actividad: hoy nos toca atravesar una muy dura sequía que afecta desde el norte al sur, del este al oeste, a muchos productores. En la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias no estamos conformes con las medidas que se tomaron en el gobierno nacional, porque no traen alivio a la actividad.Esta situación dejó al descubierto las malas políticas que se vienen aplicando desde hace más de 20 años. Son necesarias soluciones a largo plazo y no medidas paliativas.Del actual contexto general y analizando las raíces de la crisis, no se sale con más impuestos: se sale con más empresas que impulsen la actividad, que ofrezcan más producción a los mercados nacionales e internacionales y que generen más empleo y reactivación. Y, para eso, el único camino es trabajar las soluciones estructuralmente. El campo es parte de la solución a los problemas de la Argentina.Además, nos preocupan las amenazas contra la propiedad privada y pública, que se han multiplicado en los campos de todo el país como consecuencia de la inacción judicial y la complicidad política. Y también los que el estado cede, siendo de todos, para unos pocos.La propiedad, como todo derecho, debe ser garantizado y no debe ser negociable, por eso la Sociedad Rural continuará alzando su voz en cada ocasión en que un argentino se vea afectado.Fuerte tractorazo del campo contra las retenciones (Marcelo Manera/)El futuro nos desafíaPor delante, tenemos que orientar las políticas públicas para que se consolide el desarrollo de la producción. La inversión requiere un horizonte temporal de previsibilidad.Para ello, es necesario tener una macroeconomía equilibrada y reglas de juego claras y justas en el tiempo, con un mercado normalizado cuanto antes y abierto y una política de inserción internacional constante, sin prohibiciones, sin derechos de exportación, tipo de cambio unificado, modernización de la infraestructura, para impulsar la actividad económica, el empleo y poner en marcha su amplio efecto multiplicador.Todos nos merecemos vivir en un país mejor y más justo. Un país con un agro pujante y con un desarrollo continuo, donde cada producción tenga un horizonte claro y sin sobresaltos.En el año en que se cumplen 40 años de la restitución de la democracia planteamos a todas las fuerzas políticas el desafío de revertir las cifras que nos asustan: 50% de pobreza y 100% de inflación.Tenemos una nueva oportunidad con las elecciones presidenciales para que quienes sean candidatos presenten propuestas y los ciudadanos las convaliden con su voto, con el fin de tener un gobierno que garantice oportunidades para todos los habitantes de la Argentina.El autor es presidente de la Sociedad Rural Argentina