El legado de Luisa Josefina Hernández se resiste al olvido

David Gaitán tomaba su coche y conducía hasta Cuernavaca, esa ciudad de clima primaveral, a hora y media de distancia de la caótica Ciudad de México, refugio de escritores y artistas, para recibir clases muy especiales. Corría el año 2006 y para él, estudiante de teatro, ese era el día más importante de la semana, porque allá lo esperaba su abuela, la dramaturga Luisa Josefina Hernández, quien lo recibía con un pan dulce delicioso y la clase de teatro lista. “Nos sentábamos en su sala, yo con mi cuaderno, a hablar de lo que me había mandado a leer, a decirle lo que entendía y lo que no. Ella me escuchaba, me explicaba lo que yo había sentido con la lectura, me enseñaba el mundo a partir de sus clases”, comenta Gaitán, actor y dramaturgo, sobre aquellos encuentros con su abuela, fallecida el pasado miércoles a los 94 años.Seguir leyendo

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