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Las Blaquier vs Mar del Plata. El “insólito” partido de polo cumplió 50 años y sus jugadoras lo festejaron de una manera original

escuchar>LA NACION>LifestyleEl polo femenino tenía poca o nula visibilidad cuando dos equipos conformados por hermanas y mujeres de polistas sorprendieron al público y a la prensa inaugurando la sede Pilar de la Asociación Argentina de Polo, en 19728 de noviembre de 202210:21LA NACIONescuchar“¿Qué pasa cuando un grupo de hermosas y arriesgadas amazonas se deciden a romper en monopolio masculino en el juego de polo?”. Así, demostrando total asombro, un periodista de El Gráfico iniciaba su crónica sobre el partido inaugural de la sede Pilar de la Asociación Argentina de Polo (AAP), en noviembre de 1972.Ese día, hace 50 años, sobre el antiguo casco de la estancia Pando Carabassa, las hermanas Blaquier, que conformaban el equipo La Concepción, se enfrentaban al equipo Mar del Plata. Las ocho jóvenes jugadoras, muchas de ellas amigas íntimas, no eran polistas profesionales. El polo femenino casi no existía como deporte socialmente instituido en esa época. Eran simplemente hijas y mujeres de polistas, o ambas, con ganas de divertirse.El equipo Mar del Plata, conformado por Sonia Mihanovich, Emilia Serantes, Luisa Miguens y Sol Rueda, en la inauguración de la sede Pilar de la AAP, en noviembre de 1972; el equipo se impuso sobre La Concepción por dos tantos contra uno“No jugamos un torneo previo para descartar ni nada. A mí me dijeron: ‘¿Querés jugar?’. Dije ‘Sí’, y armé mi equipo. Tenía 21 años, estaba recién casada y tenía dos bebes”, recuerda la arquitecta Luisa Miguens de Tanoira, de 76 años, perteneciente al equipo Mar del Plata. El lunes pasado, durante la celebración del 100 aniversario de la AAP, Miguens, junto a dos compañeras que jugaron con ella en ese histórico partido, Sol Rueda y Emilia Serantes, y sus cuatro contrincantes, Julia Elena, Dolores, Teresa y Agustina Blaquier, desfilaron en carruajes por el predio pilarense, en medio de grandes leyendas del polo argentino.La semana pasada, durante el festejo por los 100 años de la Asociación Argentina de Polo, compartieron carruaje (de izquierda a derecha) Karin Mihanovich (sobrina de la difunta Sonia Mihanovich); Luisa Miguens, Sol Rueda y Emilia SerantesFabián Marelli – LA NACIONLas tres jugadoras, más la sobrina de Sonia Mihanovich, hicieron honor al histórico partido colocando fotos suyas de aquel día en sus chombasFabián Marelli – LA NACIONComo también ese día se cumplían 50 años de la inauguración de la sede Alfredo Lalor, los dos equipos femeninos que se enfrentaron durante esa fecha vistieron nuevamente sus uniformes de polo y, sobre su espalda, cada una colocó una fotografía en blanco y negro de ella misma durante esa fecha. “Lo bueno que tuvo el evento es que nos encontramos todas. También nos encontramos con ex jugadores de entre 70 y 80 años, de la época de mi marido y de épocas anteriores”, recuerda Miguens. En definitiva, la celebración fue una reunión de viejos amigos.Un partido ¿”insólito”?La idea de que fueran las mujeres quienes inauguraran el nuevo predio de la AAP, en 1972, fue de su entonces presidente, Christian Zimmermann. La propuesta, dicen, tuvo que ver con el hecho de que su mujer, Inés Pereyra Iraola, jugaba con frecuencia y era muy cercana a las hermanas Blaquier, con quienes había compartido equipo en varias ocasiones.Izquierda, el equipo Mar del Plata; derecha, el equipo La Concepción; muchas de las jugadoras de ambos equipos eran y todavía son amigas cercanasEl periodista de El Gráfico que escribió la crónica sobre esta competencia, titulado “Intrépidas a caballo”, describió el partido como “un insólito acontecimiento deportivo”. Lo que sorprendía al cronista deportivo, desde su perspectiva de época, no era solo el hecho de ver a polistas mujeres con los uniformes de equipos masculinos. Sino, además, que ellas hubiesen sido elegidas por sobre todos los demás para utilizar por primera vez la cancha del nuevo predio de la AAP. En el evento, dispersos entre el público, había al menos cinco 10 de hándicap: Juan Carlos Harriot, Horacio Heguy, Gonzalo Tanoira, Rodolfo Lagos Mármol y Alejandro Lalor. Ese día, los ídolos del momento no se lucieron como jugadores, sino que fueron simples invitados.La revista El Gráfico describió al partido inaugural como “la primera competición de polo femenino”. Pero no era así. En el campo, donde pasaban gran parte del año, las hermanas Blaquier, por ejemplo, practicaban polo casi con la misma regularidad que sus hermanos. En las tardes de verano, cuando bajaba el sol, tenían la costumbre de salir del casco de La Concepción, en Roque Pérez, buscar a sus caballos y taquear o armar partidos entre ellas. Al ser siete hermanas mujeres, no era difícil encontrar con quien jugar. A veces, también armaban partidos mixtos.Las hermanas Blaquier desfilando en carruaje durante el 100 aniversario de la AAPFabián Marelli – LA NACIONJulia Elena, Dolores, Teresa y Agustina Blaquier jugaron juntas numerosos torneos durante su juventud y adultezMiguens y Serantes empezaron a jugar a los 12. “Un día, mi hermano dijo que se iba a taquear. Yo estaba con Emilia en casa y le digo: ‘¿Y si nos ponemos las botas y salimos a jugar nosotras también?’. Y me dijo que sí. Ese día nos encantó y nunca dejamos de jugar. Se convirtió en una especie de ritual para nosotras”, comenta Miguens, viuda del polista Gonzalo Tanoira, que al día de hoy todavía taquea. Juega con sus nietos menores, que están incursionando en el deporte. De sus 19 nietos, 18 juegan al polo.Cuando ella era joven, el polo femenino tenía lugar principalmente en el campo familiar o en el de sus amigas. También, de vez en cuando, jugaban en torneos como el del Club de Polo Guardia del Monte que, luego de que jugaran los hombres, tenía su sección femenina. “Nuestro juego no tenía nada que ver a lo que es ahora el polo femenino. Yo tengo cinco nietas que juegan al polo profesional: viajan a Londres, tienen petisero, varios caballos… Es otro nivel. Nosotras, la mayoría, no teníamos caballos propios. Agarrábamos los caballos que sobraban. Cuando me casé y los amigos de mi marido venían a jugar al campo acompañados por sus mujeres, entre nosotras nos decíamos: ‘Ya que estamos, ¿tu marido no te prestará un caballo y hacemos un picado?’. Y salíamos a jugar”, recuerda.El polo de “boquitas pintadas”. Las hermanas Blaquier, protagonistas de un artículo en LA NACIONA mediados de los ‘90, Miguens y su marido organizaron un torneo casero anual, bautizado “Doble Mixto”. Se jugaba el día de su aniversario de casados. “Invitábamos a varias parejas de la zona de Pilar, como los Pieres y los Fernández Ocampo. Jugábamos marido y mujer con marido y mujer, cuatro por equipo. Los hombres no podían meter gol, solo podían las mujeres. Nos matábamos de risa. Éramos unos 10 equipos. Y, después de jugar, gran pileteada y gran asado”, recuerda la organizadora.A pesar de que muchos consideran que su generación fue la primera en iniciarse en el mundo del polo, hay registros fotográficos y escritos de al menos dos partidos femeninos jugados en 1927 y en 1938. En una de estas competiciones, jugaron las hermanas Adela y Sara Fernández Ocampo, madre y tía de Sol Rueda, una de las mujeres que a sus 19 años inauguró la sede pilar de la AAP.Las Pinguinas vs Estancia La Josefina; partido jugado en 1927 en la chacra Los Pinguinos, cerca de Ituzaingó, entre las hermanas Braun Menéndez y sus primas, las Campos MenéndezEl partido que jugaron las Fernández Ocampo en 1938 también tuvo cobertura mediática. Según escribió al respecto el historiador Daniel Balmaceda, fueron los jueces quienes les prestaron caballos a las jóvenes para que pudieran competir. Para esa ocasión, el campo de juego fue reducido a la mitad. Según un artículo de la época publicado en La Razón, el swing de la señorita Drysdale, una de las jugadoras, habría “despertado envidia en más de uno de los musculosos espectadores”. Las coberturas se concentraban más en el hecho de que fueran mujeres quienes jugaban que en el partido en sí. “El cuarto parcial fue accidentado. El caballo de Nana mordió la mano de Susana Inchauspe, quien le gritó al petiso: ‘Bárbaro, no me muerdas’. Fue atendida al costado del campo y regresó con todo el entusiasmo a completar el juego”, destaca Balmaceda.Recorte de El Gráfico sobre el partido de 1937 en el club TortuguitasLA NACIONConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectTemasTodo es historiaPoloMás notas de Todo es historia“Sentí que era mucho lo que habíamos dejado” Cerró su casa, reservó matrícula escolar para la vuelta y se fue a Madrid, pero los planes cambiaron“Fue como meter el pie en la hoguera” En medio del embarazo tuvo una enfermedad por la que estuvo un año postradaCreó el “súper dulce de leche”. Era electricista, abrió una heladería en el garage de su casa y hoy dirige un imperio

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