>LA NACION>Lifestyle13 de septiembre de 202200:53Jimena BarrionuevoPARA LA NACIONLa oportunidad por la que había esperado toda su vida estaba a un “sí” de distancia. Se trataba simplemente de tomar una decisión. El camino estaba preparado para que él pudiera atravesarlo. Solo tenía que responder a la propuesta que acababa de recibir. Desde pequeño -quizás de forma inconsciente en sus primeros años de vida- se había preparado para ese momento. De hecho, finalizada la etapa escolar, había elegido la carrera de informática con el claro propósito de poder ayudar a su familia económicamente y para cumplir sus sueños de viajar.Pero ahora, Thibault, su socio francés, al que había conocido a sus 25 años en un evento de emprendedores que se había realizado en la ciudad de Buenos Aires, le estaba ofreciendo mudarse a París, Francia, para poder expandir y hacer crecer la empresa que había creado juntos.El difícil momento de elegir“Thibault había conseguido un contrato importante para proveer de sitios web a la federación de inmobiliarias de Francia. Eso significaba que yo debía elegir entre seguir cómodo en mi Argentina con un buen trabajo, con mi familia y amigos. O irme a otro país donde no conocía a nadie y donde apostaríamos todo a un proyecto en el que trabajaríamos 12 horas por día en un departamento alquilado de 30 metros cuadrados hasta poder generar el dinero suficiente para tener oficinas y empleados. Mi respuesta fue sí, que estaba dispuesto a arriesgar, aunque en mi cabeza no estaba preparado para eso, yo sabía que por más que tuviera miedo, debía intentarlo”.SE QUEDÓ SIN EMPLEO, MANEJÓ UN TAXI, SUFRIÓ VARIOS ROBOS, CAMBIÓ PESOS POR EUROS Y DEJÓ EL PAÍS: “ESTABA HARTO DE TRABAJAR PARA NADA”Con sus padres y uno de sus hermanos en la Universidad Nacional de La Plata. El proyecto sin impuestosCriado en la ciudad de La Plata, capital de la provincia argentina de Buenos Aires, Wenceslao Szelagowski (33) recuerda una infancia hermosa aunque con algunas carencias. “Éramos cinco hermanos y entonces no alcanzaba para tener ropa nueva. Mis primos nos regalaban ropa y también comprábamos en la feria paraguaya de La Plata. Tampoco podíamos irnos de vacaciones. Así que los veranos eran entre amigos en el barrio La Loma en La Plata”.Durante los primeros años de escolaridad había asistido al colegio San Luis de La Plata hasta que sus padres no pudieron pagar la cuota y los hermanos pasaron a una escuela pública, Domingo Faustino Sarmiento Número 8 de la misma ciudad. “Me enseñó mucho de la vida. Luego salí sorteado en el Colegio Nacional de La Plata y pasé a un ambiente totalmente diferente, casi universitario, donde también aprendí muchísimo”. De allí se anotó directo en la carrera de informática, siempre con el objetivo de poder ayudar a su familia.Aunque pudo conseguir trabajo rápidamente en el rubro, Wenceslao se mantuvo durante todos esos años atento a las oportunidades. Por ese entonces, se había convertido en parte de la rutina asistir a eventos de emprendedores. Su idea era poder armar, en algún momento no muy lejano, su propia empresa. Para eso necesitaba crear lazos comerciales, conocer el ambiente en el que se movería y las capacitaciones, cursos y congresos se presentaban como los mejores escenarios donde encontrar eso que tanto buscaba.”Quisimos crear la empresa en Argentina pero las trabas fueron demasiado para nosotros”.“Empezaba a armar mi vida y estaba cómodo”Fue en ese contexto que conoció a un joven francés que le abriría las puertas a un mundo desconocido. Intercambiaron mails, teléfonos y demás datos para mantenerse en contacto. Y así lo hicieron. Aunque Thibault estaba formado en el área de comercio exterior, compartía con Wenceslao el interés por el desarrollo web y posibles proyectos vinculados. “Intentamos crear nuestra empresa en Argentina en 2014 pero nos cobraban impuestos desde el inicio y nosotros no teníamos plata para pagar nada -solo una computadora y ganas de crear cosas nuevas-, Thibault me dijo que en Francia se podía crear una empresa y pagar cero impuestos durante dos años. De esa forma tendríamos tiempo para desarrollarnos. Así él viajó a Francia creó la empresa y volvió a Argentina desde donde comenzamos a trabajar creando sitios web”.Algunos años más tarde Thibault se casó con una argentina y volvió a vivir a Francia. De modo que ahora la joven empresa tenía una pata en Europa, en tanto que la sede local había quedado en manos de Wenceslao. “Mientras tanto yo trabajaba para una empresa en Argentina y me había mudado a Villa Crespo, en la ciudad de Buenos Aires. Allí empezaba a armar mi vida, tenía mi auto y alquilaba un hermoso departamento. Me iba bien y estaba muy cómodo”. Todo parecía marchar sobre ruedas. Durante la semana, se dedicaba a trabajar y los fines de semana viajaba a visitar a la familia a La Plata. Siempre surgía algún asadito en la casa de su tío y jugaba al fútbol 5 con sus amigos.”Mostrar las emociones es signo de debilidad”Y fue en ese contexto que Thibault le propuso a Wenceslao mudarse a Francia para darle más empuje a la empresa. Había conseguido un contrato grande y ninguno de los dos quería dejar pasar la oportunidad. Y así, en 2017, Wenceslao preparó su partida a París. Vendió el auto, regaló y vendió objetos personales y electrodomésticos y se despidió de sus compañeros de trabajo, amigos y familia. “Un mes antes de subir al avión mi mamá tuvo un ACV y quedó internada. Yo no sabía si debía quedarme a apoyar a mis hermanos o perseguir un sueño. Unos días después ella murió y me fui sin siquiera haber podido hacer mi duelo”.VIVÍA EN NUEVA YORK, TENÍA UN BUEN CARGO, PERO ELIGIÓ VOLVER: “SOMOS DEMASIADO DUROS CON LA ARGENTINA”El choque cultural en primera persona: “Los argentinos tendemos a idealizar Europa”Su llegada a París fue totalmente diferente a lo que había imaginado. En Argentina había dejado literal y metafóricamente su vida. “Me convertí en otra persona. Irse del país de origen no es solo dejarlo físicamente. Es dejar expresiones y gestos que en otro lugar no son entendidas, contener emociones que en otros lugares pueden ser vistas como símbolo de debilidad. Dejé mi costumbre de charlar con el taxista, de hacer preguntas que en Francia se consideran demasiado privadas, de preocuparme por alguien que no conozco, algo que en Francia puede parecer invasivo. Yo siento que mi vida se frenó cuando me fui de Argentina y lo que vivo ahora es otra vida, son dos vidas, una donde soñaba y otra donde el sueño se hizo realidad y la realidad no es tan hermosa como el sueño”.Y continúa con la reflexión. “Desde Argentina uno cree que es normal que las personas tengan un patio en su casa para patear una pelota, o que tengan acceso a un poco de carne para hacer un asado. Tendemos a idealizar Europa mirando películas y noticias positivas, pero la mayoría de las cosas que son normales para nosotros, son un lujo en Europa. No se tiene en cuenta todo lo que se pierde al dejar el país, cosas que están directamente ligadas a la calidad de vida. El amor de la familia, la buena energía de la gente, el clima soleado durante gran parte del año, los espacios grandes disponibles para partido de fútbol con amigos, un asado los fines de semana, las personas abiertas y bien predispuestas. Todo eso fue cambiado por un clima gris lluvioso, con poco espacio y personas muy cerradas. Pero era parte del desafío que había venido a buscar, encontrarme con cosas que no esperaba”.”Tendemos a idealizar a Europa mirando películas o noticias positivas”.Así comenzó su vida en París. Los primeros meses Wenceslao tuvo que dormir en la misma oficina donde trabajaba junto a su socio y un empleado que habían contratado. Cada mañana, luego de despertarse, ducharse y desayunar, ordenaba el espacio que por las noches se convertía en vivienda y de día funcionaba como oficina.“Fue muy duro esos primeros momentos, pero al mismo tiempo era divertido porque las cosas funcionaban, la empresa facturaba y empezaba a disfrutar de algunos lujos que podía darme como tener auto y hacer algún viaje. En Francia es muy difícil alquilar algo si no se tiene garantía entonces, por más que ya ganaba un buen sueldo, aún seguía durmiendo en la oficina hasta que alguien me alquilara algo”.Pero sin duda alguna, asegura que lo más difícil de llegar a Francia fue el choque cultural. “Es muy difícil ganarse la confianza de las personas. En Argentina estamos muy acostumbrados a la charla permanente con gente que ni siquiera conocemos. Acá no funciona así, acá cada persona hace su vida entonces es muy fácil sentir la soledad”.Los latinos de EuropaSiempre con el objetivo de crecer, se les ocurrió crear una inteligencia artificial capaz de recorrer el mapa de Google en determinadas regiones y enviar un mail a todos los negocios del área para ofrecerles el servicio de realización de sitios web que ellos ofrecían. Luego, la inteligencia era capaz de detectar si a la persona le había interesado la oferta. “Así fue cómo nació lo que hacemos hoy: vender personas interesadas por productos o servicios a nuestros clientes que ofrecen esos servicios”.Con su novia ucraniana.Hoy Wenceslao y su socio tienen un equipo de desarrollo en Argentina, un callcenter en Madagascar (ya que hablan bien francés) y un equipo de vendedores en París. “La competencia entre empresas en Francia es enorme. Es decir, una empresa que no es capaz de ofrecer un servicio que le permita afrontar los impuestos y los costos que se pagan acá, y además dejar ganancia, no sobrevive. Pero eso está acompañado de una facturación muy alta que hace posible que a las empresas que les va bien generen una riqueza enorme. También el crédito bancario es muy alto y habilita a empresas jóvenes a endeudarse en millones de dólares sin que eso sea un problema para nadie”.”En Ucrania encontré las tres cosas que, según mi visión, es lo que llamamos felicidad”.Wenceslao pasa sus días entre París y Kiev, Ucrania, porque su novia es ucraniana. Confiesa que está totalmente maravillado con ese país y define a los ucranianos como los latinos de Europa. “En Ucrania encontré las tres cosas que, según mi visión, es lo que llamamos felicidad. Son los lazos de la familia con los abuelos y personas mayores: el amor por ellos hace a una sociedad compasiva y empática. Otro punto es la energía de las personas. Es impresionante siempre están alegres. Y, por último, algo que no vi en otro país, la facilidad que tiene una persona normal para acceder a bienes y servicios de calidad a precio accesible. Medicina, restaurantes o incluso ir a esquiar es algo que es accesible para la gente común”.La felicidad, un rompecabezas para armarEn París vive en el barrio 16, en un departamento que alquila, cerca del estadio de Roland Garros. El éxito con su empresa le permitió además, cumplir otro sueño: llevar a su familia de viaje. “Fue un sueño. Pude ver a mi viejo como nunca lo había visto antes, como un niño jugando con las olas. Cruzamos la selva de una isla brasilera juntos caminando. Él fumaba mucho y ahí parecía que no había fumado nunca. Fue hermoso, inolvidable”.Con su papá en el viaje a Brasil que planificaron juntos.Asegura que, con la experiencia que hizo en estos años, ganó fuerza para hacer valer su opinión en discusiones o debates en la empresa. Fuerza para soportar la soledad, para soportar la muerte de sus abuelos y no haber podido despedirlos, fuerza para ver crecer a su sobrino Milo por fotos y sin poder estar con él. Y la sabiduría para entender lo que realmente tiene valor en la vida. “Tal vez, si no hubiera tomado estas decisiones, hubiera creído que el valor de la vida estaba en las cosas incorrectas. El valor de la relaciones humanas, el valor de la franqueza, el de mirar a los ojos al hablar, el valor del tiempo presente. Eso es lo que importa”.Con sus hermanos.Hoy, a la distancia, dice que está en condiciones de afirmar que la felicidad está ahí afuera. “Pero no tiene la forma que nos enseñaron que tenía. Es un rompecabezas, algunas piezas las tenemos dentro y otras debemos salir a buscarlas. Nadie sabe qué forma tiene nuestro rompecabezas, por lo tanto nadie podría decirnos dónde buscar esas piezas que nos faltan”.También está convencido de que volverá en algún momento a la Argentina. Probablemente ese momento llegue cuando la empresa ya no necesite que él esté presente en las oficinas. “Volvería principalmente por mi familia, para estar con ellos, porque al final lo que importa es eso. Pero también para cumplir un sueño que tengo para otra etapa de mi vida que es participar en política, me apasiona el debate político y sería hermoso poder formar parte de ese mundo en algún momento de mi vida. Siempre sueño en grande”.Compartí tu experienciaSi viviste alguna experiencia que mejoró tu bienestar y calidad de vida (puede ser médica, alimenticia, deportiva, un viaje, sentimental, profesional o de otra índole), y querés compartirla en esta columna, escribí a [email protected] BarrionuevoSeguí leyendo“Es como estar en una película”. Dejó Argentina, quedó varada, y descubrió una de las ciudades que mejor combina trabajo y vida personalUna mítica librería. Custodiada por 3 gatos y una dueña encantadora, guarda primeras ediciones de Borges y siempre es visitada por Sabina y SerratGuido’s Bar. 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