Luego de abrir la última edición del Buenos Aires Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici) se estrenó en las salas nacionales Pequeña Flor, una comedia negrísima que dirige Santiago Mitre y protagoniza Daniel Hendler.
La película, que marca un giro en el estilo del director y fue rodada en Francia, es una adaptación libre de la novela homónima del escritor argentino Iosi Havilio. En Pequeña Flor Hendler es José, un dibujante argentino y padre primerizo que acaba de mudarse a Francia para criar a su hija recién nacida junto a su mujer Lucie (Vilma Pons). Después conoce a su excéntrico vecino (Melvil Poupaud) y entre catas de vino y música jazz lo asesina, pero no muere ni esa vez ni todas las que siguen. José vuelve a matarlo cada día mientras transita una crisis creativa y de pareja. Al elenco internacional lo completan Françoise Lebrun y el español Sergi López.
En charla con Diario con Vos, Daniel Hendler contó cómo fue el proceso para dar a luz al protagonista de esta sofisticada historia. También habló de los desafíos que representa la crianza de los hijes, contó cómo se lleva con la rutina y analizó el momento actual de la comunicación y la cultura.
–En Pequeña Flor Mitre cambia el tono político con el que venía haciendo sus películas para meterse en un estilo fantástico ¿Qué fue lo que más te sedujo de la propuesta?
– Me sedujeron varias cosas: trabajar con Santiago, a quien conocía por sus películas pero no personalmente; trabajar con ese elenco soñado, entre quienes estaba Sergi López, que ya era uno de mis actores preferidos antes de conocerlo en el set; la experiencia de rodar en Francia, trabajar en otro idioma y, sobre todo, colaborar en esta película cuyo guión me encantó en la primera lectura.
–Mitre también resalta tu capacidad gestual “parca pero poética” ¿Cómo fue componer este personaje medio siniestro pero cercano?
–Es lindo enterarme a través de periodistas de las cosas que piensa Mitre sobre mi trabajo. Conmigo es cariñoso pero más discreto en sus elogios (sonríe). La composición del personaje tuvo, como dificultad principal, la apropiación de otro idioma y la forma de pensar el mundo de este dibujante algo introvertido y fuera de su hábitat. Pero, tomando esa idea de que “la patria es el otro”, podríamos decir que “el personaje son los otros”. Empezamos a construir nuestros personaje a través de ideas propias, pero el personaje cobra vida gracias a la mirada del director y de los compañeros y compañeras del elenco; se compone una red de miradas y relaciones, una fuente de la que todos nos nutrimos para darle la tercera dimensión. Y, en este caso, cuando hay que componer vínculos y complicidades fuertes, los acuerdos explícitos o tácitos son los que sostienen finalmente nuestra verdad. Esas ideas que nos impulsaron inicialmente, tenemos que saber dejarlas en segundo plano.
–Pequeña Flor retrata una crisis de pareja cruzada por la paternidad-maternidad primeriza. Ella se ve un poco abrumada, se va a laburar y vos te quedás con la beba. ¿Hay que alargar la licencia por paternidad? ¿Los varones se bancan quedarse en la casa?
–No podría responder en nombre de todos los varones, es difícil generalizar. Pero, claro que sería bueno que las licencias sean compartidas entre los padres, madres, xadres o tutores; eso minimiza los privilegios y las ventajas de los postulantes a un empleo, y también ayuda a que el varón ocupe un lugar más igualitario en la crianza.
Todos los países que se precian de tener una cinematografía propia entendieron que debían ser proteccionistas con el cine.
–La película también habla de la rutina, dice que tiene “mala prensa”. ¿Qué te pasa con la rutina?
–Yo valoro la rutina porque no suelo tenerla y, cuando se me arma algo parecido a una organización, en seguida se escurre producto de las características imprevisibles de mi trabajo.
–¿Te aburrís?
–No. Eso nunca.
–Hablame de tu rol como productor: ¿qué desafíos tiene producir en un país inestable económicamente como la Argentina?
–No suelo producir en Argentina, salvo en las cooperativas de teatro. Mi pequeña labor en producción cinematográfica está basada en Uruguay. De todas formas, no creo que el problema sea la inestabilidad económica, sino la dificultad que implica producir cine en cualquier país del mundo. Por eso todos los países que se precian de tener una cinematografía propia -empezando por Estados Unidos y siguiendo por otros países de menor hegemonía pero de igual conciencia sobre el alcance del cine- entendieron que debían ser proteccionistas con un sector importante desde el punto de vista cultural y virtuoso desde el económico.
Una película puede tener más alcance que una embajada.
Porque, más allá de las rentabilidades directas que puede tener una película y de su capacidad para atraer inversiones locales y extranjeras, produce impacto en diferentes sectores de la sociedad y la economía como el turismo, transporte, gastronomía, servicios técnicos, insumos. Además de tener un alcance diplomático muchas veces más efectivo que el que representan las propias embajadas diseminadas por el mundo. El dinero que se invierte en cine, que siempre es simbólico en términos de gasto público, no tiende a generar acumulación porque se ramifica en distintas áreas de la producción y se termina reinvirtiendo en el mismo mercado interno. Pero, más allá de todo está lo principal: la importancia de oxigenar nuestra cultura y entenderla como un derecho que debe ser accesible para todos.
–¿Extrañás la tele o solo paga las cuentas?
–Sigo haciendo tele, lo que pasa es que ahora está más volcada a las plataformas. Terminé de grabar una serie hace unas semanas (División Palermo) y comenzaré a grabar otra en octubre.
José y Lucie: Daniel Hendler y
–También dirigís teatro, ¿Cómo le está yendo a Adelfa? ¿El teatro es el refugio a la invasión de las plataformas?
–Le está yendo muy bien a Adelfa, por suerte, y las funciones salen cada vez más lindas. Se va decantando una química en el juego actoral que me conmueve. Es cierto lo que decís, el teatro es un antro donde no juega la lógica dura del mercado, donde lo que nos mueve es la componente artística, algo que parece en peligro de extinción en otros medios.
Santiago Mitre dirige a Daniel Hendler en Pequeña Flor
–Te escuché hablar de que somos presas del algoritmo, que queda poco espacio para la sorpresa o para esos sucesos imprevistos que nos cambian la cabeza ¿Qué alternativas tenemos para salirnos, para encontrarnos con estímulos nuevos? ¿Vos dónde los encontrás?
– No estoy seguro de encontrarlos, creo que tengo la cabeza tan quemada como todos (risa). Pero, bueno, precisamente el teatro nos permite ingresar en un tiempo y espacio aislados de las urgencias mundanas. Es un lugar que nos invita a entrar en “modo avión”, donde no nos interesa que nos repitan siempre el mismo cuento y la misma fórmula. Ahí nos entregamos a lo inesperado.
La entrada Daniel Hendler estrena Pequeña Flor: “No me aburro nunca” se publicó primero en Diario Con Vos.
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