Después de revolucionar el mercado del arte desde su meteórica irrupción el año pasado, ahora los NFT –Non Fungible Tokens– apuntan a resolver lo que es quizás el desafío más importante de la era que nos toca vivir: la crisis ambiental global.Ahora bien, si el lector se pierde de solo leer la palabra “fungible”, deberá saber que no está solo. El de los NFT puede ser un asunto enrevesado. Veamos: en muchos sentidos, un NFT es similar a otros cripto activos, como el Bitcoin. Es digital, es descentralizado y su valor es definido por la oferta y la demanda. La diferencia es que un NFT, que en español se traduce como token no fungible, es un activo único, que no se puede dividir, ni duplicar ni tampoco es intercambiable. Por ejemplo, un billete de 1000 pesos se puede dividir en diez de 100 y no pierde su valor. Un bitcoin se puede intercambiar por otro y mantiene su precio. En cambio, el NFT es absolutamente único, al igual que una obra de arte, pero con la garantía tecnológica que hace imposible su réplica.Estas características explican en gran medida por qué revolucionaron el mundo artístico. Al punto que en 2021 el mercado de NFT movió más dinero que el del arte tradicional. Según las estimaciones, se han vendido obras digitales por un valor superior a los 51.000 millones de dólares. Y también ayudan a entender por qué podrían cumplir un rol protagónico en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.Poco tiempo atrás, el cruce entre la ecología y el mundo cripto era, por lo menos, impensado. Además de ser criticado por su uso intensivo de electricidad y la consecuente huella de carbono que genera, a primera vista el blockchain, como se conoce la tecnología virtual sobre la que se basan los NFT y también las criptomonedas, no podría estar más alejado de la madre naturaleza, su flora y su fauna.Sin embargo, cada vez son más las iniciativas que encuentran la forma de aplicar el poder disruptivo de herramientas digitales como los NFT para proteger el planeta. De la misma forma que los tokens se popularizaron para asignar un valor –en algunos casos millones de dólares– a elementos digitales como una obra de arte, una canción o incluso un meme, el mismo mecanismo se está usando para “tokenizar” activos ambientales.“Creemos que hay herramientas que pueden revolucionar la forma en las que las comunidades digitales interactúan con el ambiente. Los NFT presentan un gran potencial de escalabilidad para apoyar proyectos con propósito”, dice en diálogo con la nacion René Labarthe, un declarado tecno-optimista que desde Uruguay cofundó Oxychain, una compañía cuya ambiciosa misión es “descarbonizar Internet”. Y agrega: “Para crear conciencia hemos generado OxyFarms, una colección de 4.444 NFT o ‘NFTrees’, como los llamamos, que funciona como una plataforma de financiación para proyectos de reforestación. Por cada NFT minado, se plantará un árbol real en un área protegida”.El innovador proyecto es parte de una tendencia en la que se destacan otros emprendimientos argentinos como el caso de Rewilder.xyz, una ONG criptonativa que propone recuperar a la naturaleza coordinando la compra de tierras para conservación mediante NFT. O como UPF Coin, un token montado en blockchain que da valor y visibiliza la “desplastificación”. Así lo explica Rocío González, una de sus creadoras: ‘’Ya pasó la era en la que los compromisos ambientales de las organizaciones quedaban en promesas. Hoy los consumidores, sobre todo los de las nuevas generaciones, piden mediciones y respuestas que muestren responsabilidad frente a los impactos ambientales de los productos que consumen. UPF Coin es un sistema de certificación descentralizado que permite comprobar el compromiso real de las empresas”.Sin minimizar la contradicción inherente del mundo cripto como emisor relevante de CO2 –un estudio de 2021 reveló que Bitcoin consume más electricidad que Argentina–, los NFT son quizás los que tienen más aplicaciones prácticas en diferentes sectores. Por eso las empresas no quieren perderse la ola. Tampoco los gobiernos, entre ellos el de Argentina, que con el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, a la cabeza, está buscando oportunidades que nacen de vincular nuestra inmensa riqueza natural con las nuevas tecnologías.En la misma línea se expresa Sebastián Resano, economista especializado en blockchain y responsable en la región de la plataforma de activos digitales OSL: “Sin dudas existe un potencial enorme para gestionar recursos mediante cripto y proteger el medio ambiente, además de agregar una nueva capa de confianza por la trazabilidad de blockchain”. Y concluye: “La ‘tokenización’ nos permite crear nuevos mercados para los servicios ecosistémicos y desarrollar mecanismos de gobernanza para administrar recursos, potenciando a las comunidades que intentan generar un impacto real positivo”.Manuel TorinoConforme a los criterios deConocé The Trust Project
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