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Siempre estaba nerviosa: su mamá empeoraba, le decían que la lleve al psicólogo pero insistió en que había algo más y lo que descubrió cambió su destino

>LA NACION>LifestyleTras un largo periplo por los consultorios de distintos especialistas finalmente encontraron la causa de los padecimientos de la mujer que un día pasó de ser una persona alegre y vital a no poder levantarse de la cama. Spoiler: no era depresión.29 de abril de 202201:46Daniela Chueke PerlesPARA LA NACIONEn 1998 Virginia cursaba el segundo año de la carrera de medicina cuando su mamá, de 61, estaba próxima a jubilarse como directora de una de las escuelas más importantes de la ciudad de Luján. La joven, de 20 años por entonces, ya no vivía con el resto de la familia en la ciudad donde había pasado toda su infancia. Como suelen hacer los estudiantes de otras localidades al comenzar la etapa universitaria en la Universidad de Buenos Aires, se había mudado a la capital.Ketty y Virginia.GentilezaEn tanto, Ketty, su mamá, vivía en la casa de Luján junto con su marido y sus otros tres hijos, esperando ansiosa que pasaran los cinco meses que le faltaban para concluir su etapa laboral y así poder comenzar a disfrutar su tiempo libre, merecidísimo, después de haber vivido tantos años en un ritmo frenético, trabajando doble turno y criando cuatro niños. Tenía un envidiable estado de salud, era una persona alegre, enérgica y llena de vitalidad. Solamente tenía que tomar un medicamento para mantener bajo control su hipotiroidismo, una condición que afecta, en promedio, al 1 por ciento de la población argentina, mayormente a mujeres y que, tratada adecuadamente con levotiroxina o con triyodotironina, permite vivir una vida normal, sin contratiempos.Le decían que padecía estrés o depresión por haberse jubiladoComo futura médica Virginia fue siempre la consultora natural para su familia.GentilezaPero, de un día para otro, todo cambió para Ketty. De ser esa persona activa y entusiasmada, pasó a no tener energía para levantarse y no poder reconocer sus sensaciones, según lo que ella misma describía. A esa altura, Virginia, como futura médica, se había vuelto una especie de referente para la familia en materia de salud. Aunque solo era una alumna universitaria, por entonces, era la que mejor “olfato” tenía en lo concerniente a los temas médicos. Al principio interpretó que lo que ocurría a su mamá parecía un cuadro viral, que pasaría con unos días de descanso o de reposo. Pero pasaban los días y Ketty no mejoraba. Mostraba cansancio, angustia, aumento de peso, mucho sueño y decaimiento, de modo que consultaron al médico clínico. Al no encontrar una causa puntual, fue derivada al endocrinólogo. Pasaron los meses, finalmente Ketty se jubiló, pero el motivo de su decaimiento y malestar generalizado seguía sin aparecer. Entonces Vir y sus hermanos adoptaron un rol más activo. La llevaron a la mamá al neurólogo y hasta vieron a un homeópata. Todos les decían que la paciente no tenía nada, que seguramente era estrés o depresión por haber dejado de trabajar. Después de varios estudios le diagnosticaron enfermedad de Hashimoto, un trastorno autoinmunitario que afecta a la tiroides, una glándula en forma de mariposa que se encuentra en la base del cuello, justo debajo de la nuez de Adán. Un trastorno autoinmunitario es una enfermedad que se produce cuando el sistema de defensa del organismo ataca los tejidos sanos. En la enfermedad de Hashimoto, las células del sistema inmunitario producen la muerte de las células de la tiroides que producen las hormonas, lo que provoca un descenso en la producción de hormonas (hipotiroidismo).Unos años después, cuando Virginia ya graduada en medicina estaba resuelta a cursar la especialidad de clínica médica, Ketty volvió a presentar un cuadro gravísimo, también relacionado con la tiroides, pero que había empezado a manifestarse con síntomas psiquiátricos. Otra vez empieza un periplo diagnóstico ante un panorama confuso. “Nuevamente todos los profesionales que consultamos se mostraron desorientados y subestimaron la sintomatología de mi mamá, pensando que era un problema de su salud mental y no dándole mucho ánimo de posibilidades de recuperación”, recuerda Virginia. Pero ella sabía que había algo más. Estaba dispuesta a recorrer cielo y tierra hasta encontrar el profesional capaz de darle una respuesta a lo que sufría su mamá. Finalmente, por consejo de uno de sus profesores, acudió a una clínica prestigiosa de neurología donde le diagnosticaron una encefalitis autoinmune relacionada con sus antecedentes de la tiroides: una anemia hemolítica autoinmune.Era una enfermedad complicada pero con tratamientoLa residencia médica fue una etapa de aprendizaje que transitó con un compromiso personal: algún día ser capaz de comunicar la importancia de la tiroides.GentilezaFue un shock. Después de todo, había una causa orgánica muy concreta para lo que le estaba ocurriendo a Ketty, solo había que hacer las preguntas necesarias, investigar a fondo, hacer los estudios diagnósticos necesarios. “Tuvo que quedarse casi sin glóbulos rojos para que finalmente mi mamá fuera escuchada”, lamenta Virginia, que entonces descubre el impacto que esa vivencia como familiar de un paciente genera en su propio desarrollo profesional. “En ese momento decidí cambiar el rumbo de mi carrera para volcarme a la endocrinología, la especialidad a la que me dedico desde hace veinte años, con la promesa de siempre escuchar al paciente y tener en cuenta sus emociones. Creo que la forma en que nos comunicamos con nuestros pacientes es una parte esencial de la consulta”, asegura la doctora.La vocación por transmitir una mirada más humana, que contemple la escucha a los pacientes, se convirtió en un compromiso personal que estaba dispuesta a honrar en cada desafío que encontrase a lo largo de su profesión.Entonces ingresó a la residencia de endocrinología y metabolismo del hospital Pirovano y, años más tarde, se formó en nutrición con orientación en obesidad en la fundación Favaloro, fundó un centro médico, el Crenyf y una academia de docencia para ingresantes a residencias médicas. Naturalmente, la docencia se convirtió en un eje paralelo a la atención a pacientes y a su formación médica continua. Actualmente la doctora Virginia Busnelli se desempeña como coordinadora de la diplomatura de Nutrición de la Sociedad Argentina de Nutrición y dirige la diplomatura de Diabesidad de la Universidad de Mendoza.“Esto lo tengo que contar”Un sueño cumplido: transmitir en un lenguaje fácil pero con fundamento científico cómo detectar los problemas de la glándula que dirige la orquesta hormonal.Gentileza“Desde mi punto de vista uno de los principales objetivos de los profesionales de la salud debe orientarse a educar en cada instancia que tengamos la oportunidad”, asegura Busnelli en su libro ¿Es tu estrés o tu tiroides?, que acaba de ser publicado por Editorial Ateneo. El lanzamiento de esta obra es otro de esos eventos relacionados con las vivencias personales que marcaron el rumbo de su profesión y tiene que ver con su mamá pero, especialmente, con su papá. “El me dijo antes de morirse, en plena pandemia y cuando me pude despedir de él, en esa época en la que había tantas restricciones para visitar a los pacientes internados, que no hiciera otra cosa que dedicarme a volcar en un libro todo lo que había aprendido para que la gente pueda aprender a cuidar su salud hormonal. Se lo tuve que prometer”, evoca. Con lágrimas en los ojos, Virginia se emociona y cuenta un episodio que le dio la pauta de que había algo de “misión” en cumplir este consejo de su papá. “Fue increíble. A los pocos días de fallecer mi padre me llamaron de tres editoriales pidiéndome que escribiera sobre alimentación. Elegí El Ateneo porque era un lugar que mi papá amaba, adonde solía ir a sentarse a tomar un café y ponerse a leer. Pero les dije que lo que yo quería era contar la historia de mi mamá y lo difícil que fue lidiar con su tiroides para esclarecer a la población, con evidencia científica, de qué se trata esta hormona y cómo cuidarla. Aceptaron sin dudar y en siete meses hicimos el libro”, explica Virginia Busnelli.Luchar contra los contenidos falsos que circulan por las redes sociales y que dañan a la población es otro de los objetivos de la doctora que, además, tiene más de quinientos mil seguidores en su cuenta de Instagram.Desde allí, al igual que en el libro publica conocimientos científicos sobre nutrición, obesidad, diabetes y, por supuesto, sobre la tiroides, para desacreditar las falsedades que buscan vender tratamientos falsos.Tres (de 30) falsas y peligrosas creencias sobre la tiroidesEstos son algunos de los mitos de los treinta que Virginia Busnelli expone y desarticula en ¿Es el estrés o tu tiroides?.Es falso que: “Tomar spirulina regula el funcionamiento de la tiroides y reemplaza los medicamentos”. La espirulina es un suplemento dietético de venta libre que se encuentra de moda y mucha personas lo consumen sin indicación médica. El problema para la tiroides es que la spirulina proviene de las algas y posee un alto contenido de yodo. Cuando la glándula funciona de más (hipertiroidismo) o de menos (hipotiroidismo), recibir un exceso de yodo puede perjudicar aún más su función, por lo que no está recomendado el consumo de spirulina en personas con patologías de tiroides.Es falso que: “Existe un método maravilloso que puede controlar los síntomas del hipotiroidismo solo con dieta”. La dieta por sí sola no puede regular los problemas de la tiroides. Los medicamentos para la tiroides ayudan a normalizar la producción de hormonas. Seguir una dieta bien equilibrada con muchas vitaminas y minerales sigue siendo importante para la salud general de cualquier persona pero no curará ni cambiará el funcionamiento de tu glándula.Es falso que: “La levotiroxina es una excelente medicación para adelgazar aunque no se tenga problemas de tiroides”. Las hormonas tiroideas solo deben ser indicadas en aquellos casos en los cuales existen déficit. Indicar levotiroxina con la mirada puesta en búsqueda de la pérdida de peso ha sido una práctica habitual y absolutamente negligente en tiempos pasados que ha perjudicado a muchas personas porque les provocó cuadro de ansiedad insomnio irritabilidad aumento de los latidos del corazón y cambios en su ritmo normal con los consecuentes riesgos que esto acarrea no se debe realizar.Daniela Chueke PerlesConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectTemasTodo es historiaLifestyleSaludHistorias que inspiranHistorias inesperadasHistorias inspiradorasMás notas de Todo es historia”No soy la mujer que buscás”. Lo seleccionó para un puesto de trabajo, se hicieron amigos y descubrieron lo impensado en un cumpleaños infantil“Fueron diez años de pasión”. Creó una marca que rompió esquemas en los 80, fue un éxito y luego desapareció súbitamenteEn el oeste. La casa de un prócer que se convirtió en una disco desenfrenada, conducida por un femicida y falsificador

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